lunes, 29 de noviembre de 2010

Moralejas (El Financiero 1993)

Por alguna razón que escapa a mi entendimiento, en todos los procesos que los seres humanos emprendemos siempre hay un pero. No importa de qué se trate, no importa cuán atractivo parezca algo, la regla del pero se aplica sistemática y mortal. Si queremos ser mejores (el sueño de Tolstoi) debemos obtener una enseñanza ejemplar, una moraleja que nos ayude a evitar ir por la vida dando traspiés.

Ilustremos:

a) En 1925, mi tía Engracia tenía un pretendiente, el único que se hizo de valor para intentar cortejarla a lo largo de 25 años. Era un muchacho de buena familia, diligente y formal... pero tenía un defecto: su gracia máxima consistía en arrugar la frente tapizada de barros que ante la tensión epitelial se exprimían horriblemente. Concluido el acto, el pretendiente festejaba la broma (me lo imagino riendo) y se limpiaba con un pañuelo. Moraleja: Ten cuidado de los hombres con acné que se crean muy chistosos ¿mi tía? No se casó nunca.

b) El 5 de mayo de 1862 las armas nacionales se cubrieron de gloria. El Ejército de Oriente comandado por Zaragoza derrotó a los franceses, invictos desde Waterloo. La batalla tuvo dos derivaciones por completo diferentes: cuatrocientos ochenta franceses murieron y los burócratas del país no trabajaron más en el aniversario de la batalla. Esta victoria nos debe enorgullecer... pero, el 10 de junio de 1863, un año después, el general francés Elías Forey entraba como Pedro por su casa a la ciudad de México para comerse un molito a la salud de los mexicanos. Moraleja: No festejes hasta que sepas que hay motivo, recuerda que el último minuto también tiene sesenta segundos.

c) En 1980, una mujer alcanzó por primera vez un ministerio dentro del gobierno mexicano... pero, los méritos de dicha dama, como usted probablemente sepa, eran definitivamente extracurriculares (me da vergüenza recordarlos). Moraleja: No llegan necesariamente los mejores sino los más buenos.

d) En 1978, los ratones verdes aplastaron a sus vecinos de CONCACAF, ¿se acuerda? Rergis, el "Gonini", Cuéllar y compañía se convirtieron en la esperanza nacional. Todo México se vistió de fiesta, Roca apostó (¡qué bruto!) que conseguirían cinco de los seis puntos a disputar en la primera ronda del mundial de Argentina... pero, el poderoso equipo de Túnez nos metió tres goles, Polonia venció fácilmente y Alemania nos hizo puré con seis golecitos. Moraleja: Si le metes 17 goles a Martinica y crees que puedes repetir la hazaña con Alemania eres un estúpido, revisa tus metas.

e) En 1993 mi gran amigo Benjamín Bulajevsky me informó que había descubierto un negocio genial; "es muy fácil" decía, "vas a un lugar donde te venden un aparatito para hacer quesos, te metes al lavabo del baño de tu casa, tres horas de trabajo y ¡presto! quedan los quesos que luego llevas a la misma compañía y vendes al doble de precio", "es un fraude" dije, "para nada, todo está por escrito, es porque no tienen capacidad de producción, ya me gané cinco mil pesos"... pero, era un fraude. Moraleja: El dinero fácil no existe a menos que seas lenón o narcotraficante o político corrupto o policía... etcétera.

f) El juez Harry Greenburg logró en 1979 el sueño de su vida: trabajar en el torneo de Wimbledon. Lo colocaron en una silla detrás de uno de los jugadores y desde allí se dispuso a cumplir su más anhelada meta... pero, un saque supersónico mal dirigido lo golpeó en los testículos, Harry, sufriendo un comprensible espasmo, se fue para atrás y se desnucó en el acto. Moraleja: La que se me ocurre es demasiado ordinaria, por lo que le suplico, queridísimo lector, que saque usted sus propias conclusiones.