martes, 2 de marzo de 2010

Las entrevistas (El Financiero 1998)

Fedro Carlos Guillén
Por definición una entrevista implica dos elementos indispensables: un entrevistado y un entrevistador. De este par de personajes es condición asumir que el primero tiene algo interesante que decir y que el segundo es lo suficientemente listo para lograr que ése interés sea evidente. Desgraciadamente tan elemental regla tiene la misma vigencia que la democracia sindical y las más de las veces los resultados son atroces. Esto se debe a diversas condiciones que los protagonistas de una entrevista mantienen y que me interesaría discutir a continuación:
Condición 1: Cuando el que entrevista es íntimo del entrevistado. Pregunta (hombre barbón de saco de pana): “Tú y yo discutimos los detalles de la visión literaria contemporánea ¿te acuerdas?” Respuesta (otro hombre barbón de saco de pana): “Hombre, como no, estábamos en la gran plaza de Bruselas y nevaba. Recuerdo que habíamos perdido los boletos de avión y en ese momento nos dirigíamos a escuchar al gran Salvetrge, el notable filósofo”. Huelga decir que una entrevista así es de hueva y que el mejor medio para transmitir este tipo de intimidades es justamente una sesión íntima de transparencias donde se vea la gran plaza, al gran Salvetrge y la jaula de los changos del zoológico de Bruselas.
Condición 2. Cuando el entrevistador hace preguntas babosas. Pregunta (estudiante de periodismo con catorce neuronas pero que está muy buena): ¿Es difícil escribir? Respuesta (Gloria Nacional que se quiere tirar a la estudiante de periodismo) “Escribir es una comunión con los sentidos”. Dios mío.
Condición 3. Cuando el entrevistado contesta idioteces. Pregunta: “¿La fama no ha alterado su vida?” Respuesta: Insertar aquí una foto de Thalía con la boca abierta, un ramo de fruta en la cabeza y bailando el Tico-Tico.
Condición 4. Cuando el entrevistador pregunta babosadas y el entrevistado responde idioteces. En este caso agregar a la condición anterior una foto de Raúl Velasco muerto de risa mientras lo corretea la India María. Aunque también cabe la de Pati Chapoy o la de Shanik quien sabe qué.
Condición 5. Cuando lo que pregunta el entrevistador y lo que contesta el entrevistado no le interesa ni a Dios padre. Pregunta (conductor de programa de televisión de horario matutino): ¿Y cómo se practica la maxiloplastía dental? Respuesta (médico viejito con una calavera en la mano): Mire usted, es muy sencillo; primero hacemos una incisión en la encía procurando que la infección se canalice”(aquí aparece en pantalla una boca abierta de la que sale sangre y un líquido café).
Condición 6. Cuando el entevistado es político. Pregunta (joven ganoso con cámara y libretita): “¿Quiere usted ser gobernador?” Respuesta (señor gordo, de patillas de taquero y traje a la medida): “Evidentemente el honor de gobernar a (aquí entran los guerrerenses, los vecaruzanos, etc.) entraña grandes responsabilidades y representaría una enorme distinción para cualquiera. Sin embargo, no es momento de aventurerismos ni campañas protagónicas, sino de trabajar por México”.
Condición 7. Cuando el entrevistador tiene hueva. Pregunta (hombre de lentes, crudo que quiere salir del paso). “Platíquenos de usted”. Lo que sigue puede ser peor que la carga de caballería ligera y será más grave en función del grado de badulaquencia del entrevistado que nos puede contar desde su rutina diaria para sentarse a escribir, hasta que de niño fue violado por una banda de neonazis.
En fin, entrevistas seguirá habiendo. Los entrevistadores continuarán afanados por hacer preguntas brillantes y los entrevistados con la enorme obsesión de parecer más inteligentes que la mamá de los pollitos. Es por ello que sugiero que se estandaricen los cuestionarios y la primera pregunta sea invariablemente: “¿quién se comió la caca del caba...?”