lunes, 28 de junio de 2010

Chilangolandia (El Financiero 1996)

En principio cuesta trabajo entender cómo un señor que nació en Anenecuilco el Alto puede odiar con toda su alma a su paisano de Anenecuilco el Bajo, nomás porque quiso el destino que los separara el Río de los Perros. Sin embargo, así sucede y, lo que es peor, la tendencia es mundial. Prácticamente en todo el planeta los terrícolas se han dedicado alegremente a darse en la madre con sus semejantes por motivos muy diversos que casi siempre tienen que ver con que no les da la gana integrarse. Las razones sobran: en España los catalanes reaccionaron a los vetos que les impuso ese gran cerdo que fue el general Franco. En Estados Unidos les ha preocupado toda la vida que señores que no tienen los dientes rubios gocen de los privilegios del sueño americano... y así nos seguimos.
En México, más allá de nuestra --aparentemente inevitable-- tendencia a tratar a los pueblos indígenas como el cabo Rusty trataba a su mascota (o peor), el asunto tiene un peculiar matiz que es el de los chilangos. Un chilango (en la modesta opinión de nuestros vecinos de toda la República) es un ser gordo, soberbio y prepotente que llega a su región con una actitud equivalente a la de Hernán Cortés cuando visitaba sus feudos; todo le perece pueblo y se desespera porque no hay treinta cines y dieciocho estéticas caninas. En síntesis: es un mamonazo (que por cierto habla como Pepe el Toro).

Es muy probable que la visión sea justa. Sin embargo, no es pareja. Evidentemente todo aquel que crea que el nacer en la ciudad de México representa alguna superioridad sobre los demás no puede ser otra cosa que un pendejo, y el asumir que todos los chilangos lo somos me parecería un exceso (aunque tengo una lista bastante amplia de paisanos que efectivamente se manejan con una imbecilidad ejemplar).

El Distrito Federal es una ciudad que se llenó a base de inmigrantes, yo mismo soy hijo de un chiapaneco y una guatemalteca (a la que le mando un saludo) y este origen (creo) nos da una visión en la que nuestros compatriotas no son vistos como jijos de la mala vida. En cambio cuando uno viaja al interior de la República se encuentra con actitudes recelosas en el mejor de los casos, o de franca violencia en el peor. Ya he narrado en algún lugar cómo una vez, comiendo tacos de panza de perro con Javier Aguirre en la ciudad de Guadalajara, se nos acercaron dos judiciales con la saludable misión de ponernos en la madre nomás porque les caían gordos los nacidos en esta noble capital. Evitamos la madrina actuando con una actitud que en aquel momento juzgué rastrera (miramos fijamente al suelo como si ahí estuviera Demi Moore encuerada) pero hoy, con el asunto filtrado por la pátina del tiempo, sé que me permitió conservar los veinticuatro dientes que aún poseo.
El problema tiene su origen, además de la obvia asimetría en la distribución de bienes y servicios, en la enorme susceptibilidad con que se maneja la honra. El asunto consiste en defender al país, al estado, al municipio o a los colores del equipo de futbol de la tlapalería. Nos parece terrible, por ejemplo, que un senador gringo (en general un marranazo) diga que somos corruptos, que no es otra cosa que la verdad. Al mismo nivel y en otra escala es lo mismo que si alguien tiene la infeliz ocurrencia de declarar que San Juan de las Pitas es horrible o que fue a Jingüenécuaro y se comió una cochinita que lo dejó ciego. Podremos esperar los respectivos actos de desagravio, que en el último caso podrían consistir en una manifestación encabezada por puerquitos bien cebados.
¿A dónde nos lleva este encono? Evidentemente a ningún lado que no sea la sensación del ridículo ajeno cuando se observa que en el momento de mencionar el nombre del estado natal de algún señor, éste siente la imperiosa necesidad de gritar y aventar el sombrero para arriba (que es lo que hacemos los mexicanos en el extranjero).

Hago, pues, desde esta humilde tribuna un llamado a la reconciliación nacional, no movido por la hermandad sino por la necesidad que tengo de viajar con frecuencia y la comprensible expectativa de conservar la dentadura aunque sea hasta los cuarenta años.

viernes, 25 de junio de 2010

Este artículo se negó a publicarlo Víctor Roura bajo el argumento de que "a nadie le gustaba que le dijeran que trabaja en casa de la chingada" Diosss

“Lo difícil no es trabajar…la bronca es cobrar por lo que se trabaja” dijo alguna vez un tío y me dejó como los monolitos de la Isla de Pascua ya que no entendí de que carajo hablaba. Sin embargo, en fechas recientes he tenido la oportunidad de valorar la frase de marras y (con lágrimas en los ojos) reconocer lo certera que era.
Los mexicanos somos una raza desorganizada, voluble y en criterios administrativos insondable, no sé por qué, ni tengo el remedio. Sin embargo, me parece que los ejemplos que citaré a continuación son perlas que ofrezco en forma de analgésico a todos aquellos señores que se dedican a la cobranza y que cuentan desde hoy con mi más rendida solidaridad.
Como se sabe entre actividades varias me dedico a escribir y lo hago en diversos medios, bien en todos ellos el asunto de la cobrada es más difícil que la recuperación del vellocino de oro por parte de Jasón y sus argonautas. Permítame, querido lector, asestarle tres ejemplos tres. Omitiré de qué medios se trata, no vaya ser que encuentre almas susceptibles y no vuelva a cobrar nunca.
Ejemplo 1.- Me explican que uno debe ir a la revista los días jueves para revisar cuántos artículos ha escrito y en consecuencia hacer el recibo correspondiente que se entrega ese día para cobrar el viernes. Me parece anómalo y le digo a la señorita que si no sería más fácil que por teléfono ella me diera esta información el jueves y entonces yo entrego mi recibo a cambio de un cheque el viernes. Responde que no y yo (un alma en pena) llego el día jueves a la hora señalada. La misma señorita me dice que “esa semana los recibos se entregaban el miércoles” y me señala un pegote en la ventana que dice lo mismo que ella. Parpadeo y le pregunto –con cierta lógica- que cómo chingados podía haber leído el letrero antes del miércoles si me citaron el jueves. ¿Conclusión? Una derrota total que me hizo regresar la semana siguiente a cobrar con la cola entre las patas y que se agravó por un correo del director de la revista diciéndome que “mi recibo (dictado por la señorita simpatía) estaba mal llenado”.
Ejemplo 2.- “Aquí se cobra el segundo viernes de cada mes de 3 a 5” fue el desmoralizante comentario del responsable de administración del segundo medio. Bien considerando que un mes tiene en promedio veinte días hábiles con ocho horas laborables, podemos concluir sin apasionamientos que de las 160 horas hábiles, este medio concede dos al pago de los servicios de sus colaboradores lo que representa el 1.2% del tiempo total. Asumida la equitativa ecuación me encamino al medio (en casa de la chingada) me formo en una fila atrás de un señor que dice que es colaborador. Llega su turno y la cajera le dice “hoy no salieron los cheques”. Para mi sorpresa replica muy conforme “muy bien, vuelvo la semana que viene” y me deja con la misma cara que tenía Emilia Guiú el día que le anunciaron que su hija era negra.
Ejemplo 3.- En este caso hay tecnología; se trata de llenar una papeleta en la que uno tiene que decir qué día escribió, cómo se llamó el artículo, en qué página salió y cuánto va a cobrar por él (solo les falta preguntar la capital de Corea del Norte), aquí hay que ir los lunes y prepararse para enfrentar al señor de la puerta del que empiezo a sospechar que tiene una forma benigna de retardo mental. Llegó, me recibe, le explico que vengo a dejar un recibo y responde “eso es en cajas”. Entonces llama y me dice imperturbable “no hay nadie”. Por supuesto mi paciencia (que siempre ha sido poca) se desborda y le explico, a mi vez que son las doce del día, que es hora laborable y que tiene que haber alguien: “no hay nadie” es la respuesta. Le pregunto el teléfono del periódico, me lo da, marco de mi celular, me comunico con una persona que me da su extensión, se la repito al guardia que está enfrente de mí, la marca y finalmente paso, pero ya muy vencido ante tanta calamidad administrativa que –créame, querido lector- me está matando.

miércoles, 23 de junio de 2010

La caja idiota (Etcétera 2009)

Dentro de los primeros recuerdos que guardo de una televisión se encuentran los cincuenta watts que recibía cada que intentaba cambiar el canal ya que al aparato le faltaba una perilla y daba unos toques que me dejaban el dedo negro. Por supuesto no había control remoto y dado que la televisión era de bulbos, tardaba una era geológica en prenderse. En la noche se acababa la programación por lo que aparecían unas rayas multicolores cuya función siempre ignoré. Las series eran de una precariedad ejemplar, particularmente las nacionales en las que uno podía observar sin ningún problema como los árboles de la escenografía se movían porque eran de cartón y no de madera.
Los tiempos han cambiado y hoy todo aquel que quiera ser feliz, debe tener una tele más grande que mis malos pensamientos, con pantalla plana y capaz de albergar todos los canales del planeta entre los que se encuentran propuestas tan fascinantes como el que emite desde Xalapa o la televisión gallega. La televisión es una fuente hipnótica que atrapa moscas tendiendo redes sutiles y a veces no tan sutiles. Mi hijo, el niño Frijol, ha empleado más tiempo de su vida frente a Bob Esponja que ante cualquier cuadro docente y cualquier recomendación crítica sobre la pertinencia de realizar otra actividad es recibida como se recibe una plaga de langostas.
Entiendo que este número se dedica de manera monográfica a este invento de la humanidad y se me pide mi opinión que –anticipo -.será apocalíptica.
Los pioneros de esta madre entendieron lo que hay que entender desde el inicio; la televisión es un negocio y no un esfuerzo educativo. Con ello en mente identificaron también que la enorme mayoría de los televidentes son pendejísimos y en consecuencia, generaron propuestas para saciar este apetito por la imbecilidad. Se argumentará que hay excepciones; efectivamente las hay, pero son eso excepciones por lo que siempre es mejor concentrarse en las reglas. Con fines analíticos y por un prurito científico me concentré en la programación de hoy lunes en el canal de las estrellas ya que entiendo que es el de más alta audiencia y me encontré lo siguiente:
Se trasmiten ocho telenovelas, algunas de nombres escalofriantes como “Hasta que el dinero no separe” y “Alma de hierro”. No puedo opinar profundamente ya que no las he visto pero en los cortos de alguna de ellas sale una niña disfrazada como la Chilindrina que se llama “Patito” (¿Patito? Se pregunta dentro de mí eso que se llama sentido del ridículo). Está también el gustado programa “Hoy” con la participación de los filósofos Raúl Araiza y una señora que se llama Andrea Legarreta a la que alguien le extirpó el gen del sentido de la moda. En este caso la esencia del programa gira alrededor de “chismes de famosos” y entonces uno encuentra cosas como “captamos a Fulanito muy alegre en un bar” que traducido al español es que se caía de pedo. Otra nota puede ser “molestaron a Sutanita las declaraciones de Menganita”. Aquí la traducción es que la una mandó a chingar a su madre a la otra por andar opinando.
A esta miseria se agregan programas de concursos en los que a señoras menestoras las hacen tocar animales con los ojos vendados y la más reciente innovación, otros en los que personas comunes (“comunes” es mucho decir pero ni modo) se asocian con artistas para contar chistes, cantar o bailar en un espectáculo de lesa humanidad.
Existe también la barra de películas en las que se nos asestan los fines de semana filmes que se estrenaron en 1954, en el mejor de los casos o las andanzas de la India María arriba de un burro. Los noticieros tienen la misma imparcialidad de un candidato vendido y trasmiten las noticias que consideran no lesionan sus propios intereses por lo que tampoco son –como podría pensarse ingenuamente- una opción informativa cabal.
Ante este panorama no hay más remedio que reconocer que la televisión es una fuente infinita de miseria intelectual que se adoba día con día con las preferencias de los televidentes que se refugian en ella “para soñar” como dice la gente imbécil.
Menudos sueños.

lunes, 21 de junio de 2010

Diálogos mundialistas (Milenio 2010)

“El futbol es lo más importante de lo menos importante” dicen que dijo Jorge Valdano y es probable que tenga razón; las siguientes semanas el mundo entrará en modo de pausa y nadie se acordará del SME jodiendo la borrega, de puertas derribadas o de gasolinazos a traición…llego el mundial señores.
El próximo mes estaremos invadidos por la veta mamarracha tan conspicua en los mexicanos en estas circunstancias y enfrentaremos los siguientes hechos científicos.
a) “El Compayito”, ese intelectual de Televisa, saldrá a la calle a alburear sudafricanos, hará uno que otro chiste racial y caminará de la mano del Perro Bermudez por los senderos de la imbecilidad mientras ponen apodos dignos del ingenio de Borolas como: “Za-Za..Salcido”.
b) Nuestros jugadores entrarán al estadio y comentarán cosas como: “mira el preciso está sentado al lado de Morgan Freeman”, “No es tsuru, pendejo, se dice “zu-lu” o “No, mi Cuah, Sudafrica no es al Norte”
c) Los quince mil compatriotas que viajen a tierras sudafricanas, tendrán algunos comportamientos anómalos, porque anómalo es, por ejemplo, salir a la calle con un sombrero de Juan Charrasqueado, poniéndoles matracazos a traición a la pobre gente que no le hace daño a nadie. Otra veta nacional será la de arrancarse con “Cielito Lindo” a la menor provocación, embriagarse si no llegamos al quinto partido y agredir algún símbolo nacional con orines.
d) Los horarios matutinos de los partidos generarán otro prodigio; a las 11 de la mañana uno será testigo de gente que en lugar de huevos motuleños desayunó ron Potosí por lo que la ciudad estará llena de beodos a horas que no son horas. Ello seguramente tendrá un efecto pernicioso en el tránsito de la ciudad, que se matizará por el nada desdeñable hecho de que la productividad nacional decaerá en 20% de acuerdo a un reciente reporte, lo que nos califica limpiamente como unos huevones y desobligados.
e) La bipolaridad de Aguirre se exacerbará en función de los resultados; si nos va bien, saldrán los anuncios esos donde casi casi nos compara con Suecia y todo es posible, a la primera derrota, en cambio se reactivara la idea de que México es un país jodido y sin el menor remedio.
f) La misma bipolaridad aplicará al noble y esforzado pueblo mexicano; los jugadores tienen la oportunidad de regresar a que les hagan sus estatuas como la de Juanitos i cumplen, en caso contrario deberán tramitar asilo político por el riesgo que los reciba una turba mienta madres a huevazos en el aeropuerto.
g) Durante un mes seremos recetados con muy interesantes reportajes en el que algún mequetrefe nos dirá cosas como: “esto es un león”, “las chozas zulus, están hechas de guano fermentado” o “una de las costumbres locales es comer campamochas” mientras vemos al protagonista metiéndose a la boca algo que a todas luces se aprecia repugnante.
h) Un reciente reporte demuestra que México es el segundo equipo más chaparro del mundial, sólo superado por los Chilenos, ello provocará que se nos aseste ad nauseaum, mamarrachadas como “táctica fija”, “juego aéreo” y un concepto denominado “carrilero” que ignoro qué significa, pero suena dominguerón.

Un elemento más en este sainete es la “consulta” kamikaze que la Presidencia de la República realizó para saber si le dábamos permiso a Felipe de faltar a clases. Es un monumento al cohetero; si va, como ya se anunció, le mentarán la madre por dejar un país que se deshace para observar los pasecitos a la red, si se queda, le dirán que no es un buen mexicano y que los deja solos en los momentos importantes. El peor escenario es que asista al estadio y pierda México porque entonces su poder saladaor quedará de manifiesto. Pero así es el brainstorm de los Pinos. Dios
El humor que tenga cuando lea estas líneas, querido lector, será una función directa del resultado de México que jugó el viernes pasado pero que no lo había hecho cuando Jairo Calixto me pidió esta nota. Si perdimos le ruego sea benevolente, si la victoria nos sonrió, lo veo en el Ángel (soy el pelón de barbita).

sábado, 19 de junio de 2010

Disfraces zoofílicos (El Financiero 2007)

Cuando pensé que lo había visto todo con respecto al pinche halloween me encontré con la siguiente nota en el periódico El Universal que reproduzco íntegra dado su enorme valor antropológico y si no ayúdeme, querido lector, a juzgar porque creo que el asunto me rebasa: "Aproximadamente 7% de los dueños de mascotas adquirieron un disfraz para sus animalitos en este Halloween, un aumento de 3% con respecto del año pasado (cifras de Estados Unidos), de acuerdo con la Asociación Americana de Manufactura de Productos para Mascotas. Si planeas unirte a la tendencia, ten en cuenta, antes que nada, la comodidad y seguridad de tu peludo amigo al hacerlo. Aquí te damos algunas recomendaciones a) Ten cuidado de no atar los lazos y hebillas en forma apretada, porque podrían bloquear el paso del aire y provocar asfixia. b) Comprueba que el animal pueda moverse libremente y que el traje no restrinja su visión ni su oído. c) No dejes que tu mascota roa o mastique el disfraz, puede contener tintas tóxicas y otros químicos. d) Comprueba que el material del que está hecho no sea inflamable. e) Procura que tu compañero se acostumbre a su traje de Batman poniéndoselo a ratos unos días antes de la festividad; la noche de Halloween no se lo dejes puesto por mucho tiempo. f) Un disfraz que tenga algunas franjas o detalles fluorescentes, como el de un esqueleto por ejemplo, que reflejen la luz, será mejor si vas a pasear a tu mascota de noche. g) Si tienes un perro, sácalo sólo con su correa, hay muchas distracciones esa noche. h) Una advertencia final, no dejes que se acerque a velas o veladoras encendidas, el disfraz puede encenderse y causarle quemaduras graves."
Muy bien, las sorpresas, por lo menos para mí son múltiples; la primera es que si consideramos, de acuerdo al reciente censo, que la población de Estados Unidos ronda los 300 millones de personas podemos asumir, siguiendo un cálculo elemental que existen 23.7 millones de imbéciles que disfrutan poniéndole gorritos a sus mascotas…son muchos millones se trate de quien se trate. Los consejitos ofrecidos son absolutamente congruentes con el coeficiente intelectual de los destinatarios. Por ejemplo el de no asfixiar a la comadreja con un lazo en el pescuezo. Otras son limitaciones porque si la señora Montgomery de Huntintongville Illinois, decide disfrazar a su loro huasteco de fantasma tendrá que hacerle orejeras para que el pájaro pueda escuchar. Se pide que se evite que el animal roa o mastique su disfraz para que no se intoxique y sin embargo el consejo más importante y predecible no se da; si yo fuera una mascota y viera venir a mi amo con una capa del conde Drácula que me quiere poner a huevo, no solo lo roería, le sacaría los ojos a chingadazos. Por supuesto tuve una visión; el traje de Batman acomodado en el cuerpo regordete de Adam West ya me parecía en sí mismo espantoso y ahora imaginarlo en el puerco espín del vecino me produce sensaciones varias, la dominante por supuesto es que hay que tener una forma benigna de retardo mental para tal idea. Se advierte de ponerle a la mascota algo así como huesos del cuerpo fluorescentes, supongo que para evitar un atropellamiento si entender que éste ya se dio en el momento de la disfrazadera. La idea de ponerle la correa al perro es críptica ya que se trata de una noche con “Muchas distracciones”. En efecto cualquiera puede perder la concentración si al caminar por las banquetas de Alabama se encuentra con una boa constrictor disfrazada de momia que podría parecer el bastón de yeso de gigante del Monte.
En fin, no entiendo nada como es costumbre. Los disfraces siempre me han parecido ridículos y cuando la gente los aplica a sus mascotas invariablemente pienso en lo mal que está el mundo. A los 23 millones que velan armas con una máscara de Frankestein para su marmota mis saludos y el deseo más sincero de que sigan felices en sus lugares natales. Mientras se queden allá y yo permanezca en estas tierras no tendremos ningún problema.

viernes, 18 de junio de 2010

Mi primer mes en tuiter (Etcétera 2009)

Como he dicho en números anteriores mis recelos defensivos contra las “redes sociales” eran inumerables. Me es difícil entender como la gente le dice a otros que no tiene el gusto de conocer cosas como que “no traigo para el estacionamiento” o “”no me han llamado”, que no le interesan ni al propio emisor. Sin embargo después de un mes “tuiteando” (como dicen en jerga) me di cuenta que mi análisis era superficial (como todos los que hago).
El invento, según sus diseñadores, era nomás para que la gente contara en 140 caracteres lo que estaba haciendo. Por supuesto como todo, se salió de proporción de inmediato. En Twitter se recrean día a día las conductas sociales más conspicuas. Hay, por ejemplo hijos de la chingada (en jerga “trolls”) cuya única misión en la vida es putear al que se mueva. Los hay consignatarios y entonces si uno le da un recargón a AMLO, caen en jauría y se ponen a joder con cosas como “cuál es tu proyecto de nación” hasta que uno entra en coma defensivo. Otros no tienen ideología…probablemente tampoco cerebro ya que gratuitamente empiezan a tirar cañazos a discreción. Twitter ha permitido que estos neuróticos expresen algo que antes solo podían hacer dando puñetazos al aire. Afortunadamente hay un antídoto que es bloquearlos (el equivalente cibernético de un tapabocas).
En esta cosa hay también seductores y seductoras; ellas ponen fotos en posición de decúbito dorsal y ojos de “quieroquemellevesalacama” desgraciadamente existe una correlación asombrosa entre tanta belleza y las imbecilidades que escriben como: “me duele la nuca, ¿un masaje?”. De inmediato y como mosca a la miel caen docenas de ofrecidos sin pensar, lo que pienso yo y que es que probablemente se trata de un pervertido Indonesio. Ellos lo que hacen es decir cosas como: “Pienso en la inmensidad y pienso en ti”. Dios
Pero esa es la parte superficial, en twitter hay aquellos que tienen cientos de seguidores (Twittstars” en jerga) (odio la pinche jerga) esos son pesos pesados y entre ellos hay periodistas, gente ingeniosa o celebridades. Ahí se aprecia un poco más el poder de esta herramienta. Platicando con Mario Campos, compañero de páginas en Etcétera, me hizo ver que muchos periodistas interactúan en tiempo real a través de twitter, lo que elimina la unilateralidad de las noticias y las formas de comunicarlas. Ello en sí mismo es una tendencia que seguramente está siendo analizada ya que diversos medios han entrado al congal de twitter, lo mismo que anunciantes (a los que hay que bloquear de inmediato, porque uno no se interesa en una felación o un carrito de golf).
Un problema, nada menor, es la velocidad de la información. Hace unas semanas corrió en twitter la noticia de que un niño de seis años iba solo en un globo. Venían los reportes “ya aterrizó el globo”, “no hay niño” y todo mundo en la pendeja conteniendo el aliento. Luego se supo que nunca hubo un niño en el globo lo que redituó entonces en una limpia pérdida de tiempo. Otro caso más personal ocurrió cuando alguien dijo que Federico Arreola, el intelectual de izquierda y yo habíamos peleado. Pronto se cazaron apuestas y retos, sin que nadie se tomara la molestia de averiguar que Arreola y yo no nos conocemos de nada, lo que devino en vodevil.
Twitter es también una oda a la vanidad, uno puede apreciar como la gente haría lo que fuere por ganar seguidores que le den popularidad. Es probable que sean veinte minutos de fama o que encontremos verdaderos líderes de opinión. No lo sé pero resulta escalofriante ver algunas charlas en las que se ofrecen literalmente las nalgas con tan noble fin. Otro problema es la adicción, uno se pregunta ¿si esta gente está atenta a la muerte de Chabelo o al trasero de Alejandra Guzmán a qué hora trabaja?, tampoco lo sé pero sería sensato ver los índices de productividad nacional y ver si su caída se relaciona con esta emergencia de comunicación.
En fin seguiré “tuiteando”, esquivando madrazos y tratando de comprender los misterios de una vida tecnológica que no me fue dada (pero eso ya es muy evidente)

miércoles, 16 de junio de 2010

Sobre la entrada anterior

Los auto guayabazos, ése arte nacional, son ligeramente mamarrachos, pero respeté a cabalidad el blog que da cuenta de mi entrada a tuiter, editarlo sería traicionero, así que grazie a @ingelinux
Fedro

Mi primer día en tuiter (cortesía de @ingelinux)

El día de hoy, con la complicidad de Mario Campos, trate de convencer a Fedro Carlos Guillén durante la transmisión de Antena Radio “Primera Edición” para que publique un libro con sus tweets, que a decir verdad, que son geniales. La modesta respuesta de Fedro fue que ‘tal vez resultarían aburridos’, lo cierto es que son harto ingeniosos, irreverentes y divertidos.

Mientras, busco métodos mas creativos de convencerlo, le pedí permiso de publicar nuevamente algunos de sus ‘pios’ (como recordaran ya había publicado la entrada “La vida de Pepe el Toro en 6 actos de 140 caracteres” también con los microblogs de Fedro Carlos en Twitter). En la entrada de hoy, compartimos, es decir Fedro Carlos y su servidor, su primer día en Twitter.

Recibí muchas sugerencias en el sentido de acomodar todo contenido de Twitter en secuencia cronológica, así que en la medida de lo posible trato de respetar el orden cronológico. También, he categorizado algunos de los tweets de Fedro: “Dios mío”, “Misterios” y otros que ya verán.

Primer día, Experimentando con Twitter

No sé qué madres hago aquí… \\12:56 PM Oct 13
Entré a esta madre a rastras, no lo sé usar. Soy un desadaptado \\1:11 PM Oct 13
Siempre he pensado que esta cosa es para decir “las albóndigas estaban buenas” o “no coman tacos del Chupacabras”. Ya veremos \\1:19 PM Oct 13
Definitivamente padezco una forma benigna de retardo mental…esta madre crece y ya me siento presionado por decir algo lúcido. Mierda \\1:40 PM Oct 13
Por ejemplo, veo monitos y fotos sugerentes y luego @´s, no tengo ni idea de quién manda los mensajes, pero ya encendí una veladora. \\1:42 PM Oct 13
Media hora 100 seguidores y ya me regañaron… que no he agradecido y que no acepte a todos, porque esta madre se congestiona. Grazie. \\1:52 PM Oct 13
Explicaciones…”Jairo es un twistar” (madre mía) “eres famoso” jaja. En fin gracias Jairo y nomás x joder yo sigo a quien me siga (bolero) \\2:09 PM Oct 13
Balance 1 hora de esta cosa…ya me regañaron, vi mujeres semidesnudas, caricaturas japonesas y mentadas de madre. Sigo con mi veladora \\2:23 PM Oct 13
By the way…no he escrito nada ni medianamente lúcido. Estoy como un maorí al que le explican que hay cosas que vuelan y se llaman aviones \\2:24 PM Oct 13
Ganando tiempo… me sudan las manos y siento un varicocele inguinal. Mejor asesto mi blog http://fedrocarlosguillenbl… \\2:53 PM Oct 13
“Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba ahí” Monterroso. Nunca le he entendido y sospecho de los que dicen que lo entienden. \\3:06 PM Oct 13
Acabo de confirmar de manera dolorosa que Pati Chapoy tiene el mismo coeficiente intelectual que mi burro de planchar. Dios mío \\3:10 PM Oct 13
Aparentemente ya estoy tuiteando (eso me dijeron). Es notable como uno puede hacer cosas que no entiende \\3:11 PM Oct 13
¿Al PRI? Naaa, en realidad el “cuento” de Monterroso no tiene que ver con eso, lo que nunca he sabido es con que sí \\3:19 PM Oct 13 in reply to celiaram
Mierdaaa¡¡¡¡¡¡¡¡ se fue la luz y volvió. Eso me pasa por andar cuestionando las políticas públicas. Mejor me largo. Gracias a todos \\4:02 PM Oct 13
PD: Si estoy en este desmadre es por la terquedad de Delfina, la hago responsable de cualquier pendejada que escriba. Abur \\4:05 PM Oct 13
Tengo la sospecha de que producen calvicie, impotencia primaria y prostatitis \\3:20 PM Oct 13 in reply to SUPERBECKSY
Cuan profundo interés sociológico por entender la pendejez humana… que es inconmensurable \\3:22 PM Oct 13 in reply to mdelco
Ya aprendí a responder hermano…lo de mi pendejez, es un mito del Partido Verde. Nos escuchamos el viernes \\3:54 PM Oct 13 in reply to mariocampos
Esto es sólo el principio. Mañana publicare otras entradas igual de geniales. Si has estado siguiendo a Fedro Carlos y/o a Mario Campos, ya te enteraste de la apuesta para el clásico del fútbol mexicano Águilas del América vs Chivas del Guadalajara. De cualquier forma, mañana te pongo al tanto. Ah!!! Si escuchas Antena Radio “Primera edición” ya sabes que Mario Campos, a pesar de su inteligencia es un Chiva, si no sabías, pues ya te enteraste.

Si quieres leer mas de Fedro Carlos Guillén puedes entrar a su blog: “Litóbolos”. Por cierto, lánzate por su novela “Soñé con Rocío Durcal”, yo todavía no voy por ella, pero voy a hacerlo antes de que entre en vigor el aumento a los impuestos, claro, sin que se de cuenta mi esposa (que es la que administra los tres pesos que ganó).

martes, 15 de junio de 2010

De Títulos (El Financiero 1998)

Para Jan: el único niño que conozco que le gusta ir a Vips
El otro día estaba yo muy sentadito y en estado de coma oyendo una plática en un lugar público cuando escuché algo que me regresó a este mundo: de cada mil estudiantes que ingresan a la primaria, sólo doce obtienen un título profesional. ¿Por qué? Supongo que hay respuestas obvias como la de que muchos estudiantes no pueden continuar por la necesidad imperativa de encontrar trabajo. Sin embargo, no estoy pensando en ellos al escribir este artículo, sino en todos los que logran acabar la carrera y nunca se titulan. En esos casos -descartando por supuesto a los que son huevones legítimos- el asunto es de procedimiento. Veamos un ejemplo concretito.
Cuando acabé la carrera emprendí un viaje de juventud en el que además de conocer mundo, el suceso más notable fue el de un negro que intentó besarme en la noche de Navidad. A mi regreso me embarqué en la aventura de la (pinche) tesis, evento del que todavía no me repongo.
Dos eran las variables que hicieron el asunto diabólico; la primera es que yo era un muchacho bastante huevón que pasaba las tardes lamentándose de no avanzar en su trabajo, la segunda variable era mi asesor: un señor que no tenía pelos en la lengua y era más estricto que el señor Scrooge. Yo le entregaba cada solsticio una versión y el me la devolvía llena de rayones que me deprimían un mes. Una vez me lo encontré en el cine y me escondí atrás de una butaca para no darle la cara.
Finalmente terminé y entonces inicié los trámites administrativos que son tan sencillos como el funcionamiento del motor stearling. Lo primero era agarrar a cinco incautos que: a) quisieran leer la tesis; b) la corrigieran; c) firmaran 214 copias y d) tuvieran el suficiente humor para ir al examen. Desde luego no fue fácil pero finalmente lo logré. El siguiente paso era que las autoridades universitarias hicieran mi revisión de estudios. Por algún misterio que debe tener que ver con el sindicato, el trámite duraba dos meses... y dos meses duró. En la constancia mi nombre estaba incorrectamente escrito por lo que hubo que esperar otros veinte días a que el estúpido que creía que me llamaba Pedro, pusiera una F en lugar de la P.
Luego se les perdió la foto de mi certificado de secundaria, en consecuencia tuve que regresar a la escuela, saludar a los maestros que yo había visto jovenazos y ya eran unos viejitos llenos de recuerdos, como el del día que el maestro de Radio se tragó un diente, y llevar una fotografía reciente por lo que en el documento oficial resultante se hizo constar que terminé la secundaria a los quince años y como prueba de ello se agregó la imagen de un hombre de bigote y pelón.
El siguiente trámite fue más sencillo, simplemente tenía que ir a las bibliotecas, central y de mi facultad, a pedir un vale de no adeudo de libros. Digo que era sencillo porque la única vez que visité ambos recintos fue para pedir dichos documentos.
Luego, hubo que mandar a imprimir la tesis. Fui a República del Salvador que era más barato y encargué veinte ejemplares, de los cuales hubo que entregar uno a cada sinodal, uno a las bibliotecas y uno a todo aquel inocente que se dejara. Era muy divertido encontrar a la gente en la calle y preguntar ¿qué te pareció la tesis?.
El último trago amargo fue el examen al que se presentaron los sinodales, me hicieron preguntas que ellos consideraban interesantes y yo causales de infarto. Tiré la pantalla donde proyectaba mis transparencias y me fui a mi casa a festejar.
¿Que se titulan doce estudiantes de cada mil? Pues el asunto no cambiará si los criterios universitarios no entienden que los egresados van por un papelito y no a ganar la batalla de Guadalcanal. He dicho (por segunda vez).

lunes, 14 de junio de 2010

De bancos (El Financiero 2001)

Mi experiencia en materia bancaria es tan vasta como la que poseo acerca de la literatura noruega del siglo XIV, los bancos son para mí un mundo misterioso que ha evolucionado desde la idea genial de algún emprendedor consistente en pagarle a alguien por guardar su dinero, hasta instituciones todopoderosas llenas de ventanales y jergas inaccesibles como cetes, tasa líder o rendimientos líquidos. Al igual que usted, querido lector, he tenido que asistir a los bancos con el propósito de realizar algún trámite ineludible. Normalmente se llega a una especie de gusano en el que la gente madrugadora ya está haciendo cola. Uno toma el turno que le corresponde y se dispone a esperar. El tiempo normalmente es el mismo que tomaría armar un vehículo compacto por lo que la sugerencia es llevarse las obras completas de Tolstoi. Cuando uno finalmente llega al último de espera se inicia la cacería de un foquito que se prenda y apague indicando la caja que está disponible. El ejercicio supone una presión equivalente a la que sufren los estudiantes japoneses ya que normalmente la gente que viene atrás se encuentra tan exasperada que si uno no reacciona en tres segundos, viene un codazo y la indicación de a donde dirigirse. El contacto con el cajero o cajera es normalmente equívoco ya que se realiza a través de un vidrio blindado de dos pulgadas que si bien evita que los rateros se lleven la lana, no es precisamente un artefacto que favorezca la comunicación (en una ocasión entendí que la cajera me decía: “¿es usted el efectivo?”).
En una de cada tres ocasiones el cheque no se puede cambiar por razones diversas; que van desde la falta de una identificación adecuada hasta que las firmas no coinciden pasando porque “no hay sistema”, esta última explicación es muy funcional ya que, a diferencia de no poseer la credencial de elector o haber firmado el cheque en estado de ebriedad, le asigna una responsabilidad decisiva al éter y contra eso no hay manera de sentirse agraviado.
Con el sistema bancario han ocurrido cosas muy curiosas; originalmente era propiedad de señores muy ricos a los que les dio el supiritaco de su vida el día que López Portillo anunció que la banca se nacionalizaba, para el ciudadano común (es mi categoría) la decisión no era clara y probablemente obedecía a que los banqueros eran una punta de desleales a la Nación. Posteriormente quedó claro que los que se habían clavado la lana eran justamente los gobernantes y Miguel de la Madrid decidió enmendar la situación volviendo a vender los bancos. Me explican que éstos fueron una ganga y permitieron que gente con los talentos de Cabal Peniche o El Divino armaran su patrimonio y el de diez generaciones de sus sucesores. Luego vino la crisis y entonces el gobierno decidió “rescatar” a los bancos que se iban a pique, para ello tomó el dinero que todos nosotros pagamos y anunció la medida como un acto de protección a favor de los ahorradores y no de la banca. Aquí empiezan los misterios; tengo conocencias que babeaban bilis cuando se anunció el subsidio a la leche liconsa pero no veo una reacción equivalente cuando el gobierno decide sacar del arroyo a un grupo de banqueros a los que en muchos casos nomás les faltaba el antifaz y el saco.
Acto seguido vino la apertura; de pronto uno entra a una cosa que se llama Scotia Bank o BBV que quiere decir que existen Bilbao y Vizcaya (esta última opción tiene la virtud de recordarnos las clases de geografía). La última noticia que recibí es que Banamex será vendido por 12 mil millones de dólares y supuse, como lo haría cualquier persona que no es idiota, que si el gobierno le dio lana a Banamex para sobrevivir, la lana regresaría al erario, pero nones, no hay regreso ¿por qué? Porque a nadie se le ocurrió. La noticia se complementa con el anuncio de que la operación está libre del pago de impuestos y finalmente la cereza del pastel nos la ofrecen las tasas de interés que pagan los bancos por los ahorros (una porquería) y los que cobran a los usuarios de tarjetas (un robo).
Y luego se quejan.

sábado, 12 de junio de 2010

Las buenas costumbres (El Financiero 2004)

Lo primero que llama la atención sobre los buenos modales es que parecen diseñados por alguien perverso que le encanta andar jodiéndole la vida a la gente. Parecería que todo aquello que es cómodo, subvierte las reglas y las buenas costumbres y entonces uno se vuelve un ezquizofrénico que vive una vida de leproso si es que quiere estar a las alturas de la etiqueta social que es lo más parecido a una armadura desde los andares de Enrique IV.
Pongamos el primer ejemplo; el arroz es un grano muy nutritivo que los mexicanos solemos comer con chicharitos y ejotes en diversas variedades, algunas de ellas muy caldosas. Evidentemente el instrumento más útil para comer este item es una cuchara ya que así se evita sacarle el ojo de un chicharazo al comensal vecino o dejarse la camisa como muestrario de productos del campo. Sin embargo, las reglas proponen que este difícil arte de comer arroz se haga con un tenedor que evidentemente no es un artefacto diseñado para ese efecto. El día que usé cuchara para comer arroz recibí cuatro miradas asesinas que me dejaron francamente apabullado, con la cola entre las patas y arroces en las comisuras.
Javier Marías es evidentemente un escritor notable que ha dado muestras consistentes de su calidad literaria. Lo anterior me parece inapelable y me cuento entre sus lectores más frecuentes. Sin embargo, hay algunos rasgos de este buen hombre que se dejan ver en entrevistas o en sus colaboraciones periodísticas que, me parece, delatan a un hombre intolerante y gruñón. Las más recientes muestras se han publicado en El País Semanal, la revista que acompaña los domingos al periódico del mismo nombre. Hace algunos números el señor Marías se le fue encima a todos los que utilizan un sombrero o cachucha y no se lo quitan en el momento de sentarse a una mesa. Al respecto diré que el asunto no solo me parece menor, sino me vale simplemente madre. De hecho los calvos del mundo utilizamos gorras para evitar que se nos ase la piel de la coronilla y nada veo de malo en sentarse en una mesa con nuestra cachucha, al contrario creo que de esa manera se evita el riesgo de un indeseable pelo en la sopa.
Pero Javier Marías continúa con esta batalla en defensa de las buenas costumbres y en una artículo reciente se refiere a la patanería y a una madre llamada “señoritismo”. Dice don Javier –aparentemente muy molesto: "Es posible que la prensa se ocupe sólo de las ocasiones bufas, pero, por lo que nos transmite, cada vez que un político está “distendido” o con el micrófono abierto cuando lo creíamos cerrado, asistimos a un despliegue de patanería. Vimos a Aznar quitarse la chaqueta en La Habana mientras el Rey, a su lado, aguantaba el calor con la suya puesta; luego, plantar los pies sobre una mesa en imitación de otro gárrulo de Texas; en imitación de sus señora, cruzar las piernas en audiencia con el Papa..."
Hasta aquí la cita. Entiendo que cuando la temperatura en un país tropical alcanza los cuarenta grados a la sombra, lo más natural –a menos que se padezca una forma benigna de retardo- es no solo quitarse la “chaqueta” sino encuerarse si es menester, que alguien tome como una patanería aligerarse de ropa cuando hay calor es simplemente barroco y poco saludable para nuestros humores corporales. Luego viene el asunto de subir las patotas en la mesa lo cual –de acuerdo a todos los angiólogos que conozco- es muy útil para favorecer la circulación sanguínea. Yo, que lo hago a cada rato, no puedo entender en qué consiste la ofensa pero supongo que se relaciona con alguna forma medieval que nos obliga no solo a no subirlas, sino por lo visto, tampoco a cruzarlas enfrente del Papa. Dudas varias: ¿se pueden cruzar las piernas con alguien que no sea el Papa? ¿por qué mantenerlas como señorita recatada, con el consecuente esfuerzo muscular, es mejor que pasar una por encima de la otra?. Misterio
Después de todo esto me queda claro que seguiré leyendo a Marías con la misma admiración de siempre pero en cuanto a sus consejos de etiqueta, me reservo el derecho a continuar mi vida en calidad de patán... pero contento.

miércoles, 9 de junio de 2010

Cuerpo sano (El Financiero 2003)

El otro día me vi para desayunar con mi amigo Hugo, en uno de esos lugares posmodernos que ofrecen a sus comensales nomás cosas sanas bajo la premisa de que somos una sociedad tirada a la molicie y a la perdición y que nadie puede vivir setenta años si se empaca una pancita o una birria para iniciar el día.
El efecto es notable por donde se le quiera ver ya que, por ejemplo, a la hora de ver la lista de jugos me encontré con opciones muy imaginativas pero que yo no tomaría ni amarrado y que supongo pueden hacer vomitar a un buitre. Así se producen mezclas bastardas como la de jugo de tomate con apio y betabel, o zanahoria con atún. Luego están los platos que declaran su componente calórico para que aquel que los ingiere no sufra culpas. Me imagino al desayunante retorciéndose las manos mientras define si la torta de tamal lo puede llevar tempranamente a la tumba.
Pues en esas estábamos, yo con los huevos motuleños y Hugo comiendo no sé qué cuando nos trajeron un folleto de propaganda que es notable por donde se le quiera ver. En primer lugar está el diseño y la selección del color; por el anverso se anuncia a una planta cosechada de trigo y sus efectos benéficos en el cuerpo, el problema es que este anuncio se realiza por medio de tonos verdes y amarillos cuyo primer y paradójico efecto es nocivo ya que los pinches colores desmadran los bastones retinianos. En el reverso se aprecia una hoja verde en blanco por lo que uno sospecha que ya se quedó ciego, sin embargo observando con más atención se descubren letras del mismo color que el fondo lo que sugiere la hipótesis de que el diseñador es: a) un monstruo perverso que disfruta con estas chingaderas, b) un genio de la mercadotecnia ya que le hace pensar a la gente que no ve nada y le da el producto necesario para corregir el desperfecto, c) un imbécil.
Ya con mi lupa pude determinar el efecto positivo del producto anunciado y resultó también notable. En primer lugar nos ayuda a destoxificar el cuerpo de todo depósito de drogas y metales pesados como el plomo, el mercurio y el aluminio. En ese momento me imaginé el éxito potencial entre diversos gremios, particularmente entre la numerosa población que se alimenta de defensas de coche chocado o de varilla de albañil.
Luego se nos anuncia que el producto en cuestión ayuda a disolver cicatrices formadas en los pulmones por respirar porquerías. Lo anterior entraña un misterio ya que uno supondría que las cicatrices son una cosa que hay que eliminar cuando aparecen en la cara producto de un charrascazo, pero ¿los pulmones? ¿es estética la idea? ¿es terapéutica? En este momento estoy tratando de averiguar al tacto si tengo tales marcas de la vida en los pulmones y la verdad es que no sé.
El panfleto dice: “contiene muchas propiedades antienvejecedoras. Por su alto nivel nutricional, por ser un alimento completo y por su habilidad para sostener la vida no es de extrañarse que sea el más efectivo para la regeneración del cuerpo y la extensión de la vida”. Pues será de no extrañarse pero el párrafo anterior lo creeré el día que el dueño de la compañía cumpla 114 años. Antes no.
Hay un párrafo particularmente escalofriante que dice a la letra: “Sirve para lavar los ojos, encías, nariz y dientes, aplicado rectalmente contribuye a limpiar y a sanar el intestino largo”. Supongo que los científicos involucrados se refieren al intestino grueso, pero francamente eso es lo de menos, lo que realmente me preocupa es el método de aplicación ya que no entra en detalles y honestamente no me imagino la forma de aplicarme esta maravilla y a como van las cosas prefiero a mi intestino sufriendo que a entrar en averiguatas.
El colofón extraordinario a este marketing, lo dio el mesero que se acercó cuando nos descubrió leyendo el folleto y más o menos dijo: “es buenísimo, yo ya lo probé”. Le preguntamos por los resultados y respondió: “lo tuve que dejar de tomar porque me sentí un poco mal, pero es buenísimo”.
Salimos a la calle, Hugo rumbo a una boda y yo a escribir este artículo, mientras trato de leer más recomendaciones.

lunes, 7 de junio de 2010

Confieso que no he leído (El Financiero 2002)

El primer poema (que también fue el último) escrito por un servidor iniciaba de la siguiente manera: “El granjero está contento y las vacas hacen muuu”. La influencia de este arrebato lírico se debía a la pluma de un puñado de nobles hombres que dedicaban su vida a escribir versitos para los libros de primaria. Por algún misterio zoológico todos los poemas se relacionaban con vacas, chivos y sapitos glo-glo-glo.
El día que presenté ante la comunidad escolar mi pieza poética causé diversos efectos que variaron en un espectro comprendido entre la estupefacción, el azoro y las sonrisas conmiserativas. Sin embargo, la crítica más justa la asestó un compañerito escolar de nombre Arturo Villegas (a) El Tololón, que en el momento que terminé se acercó y me dijo “está muy tarado”.
Me retiré.
La verdad y a riesgo de ser considerado un ignorante con sensibilidad de tamal, es que nunca he sentido la necesidad de correr a una librería y comprarme el poemario de nadie. Jamás percibí que supusiera una ventaja en el arte de la seducción instalarme al lado de una muchachona y empezar a recitar: “Me gustas cuando callas...”. En realidad una vez sentado en una café con una mujer que yo creí en perfecto uso de razón hasta ese momento, escuché diez minutos de su último poema y pasé un papelazo con el mesero porque ella además de leer subía la voz en los momentos culminantes mientras yo la veía como se mira a una plaga de langosta.
Mi más estrecha relación con la poseía ocurrió durante la infancia debido a que al sonar las tres de la mañana los amigos de mi padre (una bola de señores muy inteligentes, pero muy pedotes), iniciaban la declamación de poemas hasta que los vecinos llamaban a la policía mientras ladraban los perros de la madrugada.
Hablar de lo que uno no sabe (ejercicio que he cumplido puntualmente en esta columna a lo largo de casi seis años) entraña ciertos riesgos; el más conspicuo es que alguien se encabrone y mande cartas que dicen: “¡pero como es posible!”. Ni modo, hoy quiero hablar de mi propia tipología poética que se compone, según yo, de varias opciones.
En primer lugar están los poemas ortodoxos en los que si uno concluye la primera frase con la palabra “antediluviano”, deberá usar en la tercera frase la palabra “mano” y es cosa de seguirse. Otra característica es que se deben usar palabras cuyo significado desconozca el 75% de la población, se recomiendan: “ebúrnea, prístina y mastigofora” (como estarán las palabritas que el corrector ortográfico de mi computadora pensó que me había vuelto loco).
Otra categoría es la de los poemas que enseñan en la primaria y que luego a algún viejo pendejo le da por recitar en quince años, bodas o tertulias. Las principales características de estas piezas literarias consisten en que son casi siempre unos tragediones terribles (una tertulia de borrachos se acuerda de su madre, un niño imbécil llamado Paquito dejará de hace travesuras o un actor inglés ira a ver al doctor porque pasa por una depresión fatal). La segunda característica es que los que declaman mueven las manos y pelan los ojos... Es horrible.
La tercera opción es más moderna y se distingue por dos razones muy claras; la primera es que a veces el asunto se vuelve incomprensible y se dicen cosas como: “busco mi sombra, sol, luna ¿te has ido?” y entonces uno no sabe si lo que se fue es el sol, la luna o la inspiración del autor. La segunda propiedad de los poemas modernos es que se considera elegante escribirlos dejando espacios deliberados y entonces se puede leer: "Cae la tarde
Caes tú."
En fin, no quiero que se piense que esta colaboración se encamina a estigmatizar a la poesía y a los poetas. De hecho siempre he creído que cada quien se dedica a lo que le da la gana y si a alguien le da por hacer versitos pues estupendo. Después de todo, yo mismo cada que tomo tres güisquis, me encasqueto una cachucha, pongo el ojo tuerto, subo a una mesa y me arranco: “con diez cañones por banda, viento en popa a toda vela...”
Hasta que me quedo solo.

sábado, 5 de junio de 2010

Las ventajas del no (El Financiero 2001)

Los mexicanos somos un pueblo al que por algún misterio le da vergüenza decir no y ésta falta de asertividad es una fuente de desgracias infinitas; lo primero que se me ocurre es una oficina en la que hay un grupo de señores encorbatados que visitan a otro señor, que es el que corta el chicharrón. Normalmente estas visitas vienen acompañadas con una maqueta de cuatro por cuatro en la que pueden ser representados varios proyectos tales como una bodega para carros de paletas, una estatua del prócer de moda en escala 1:50 o un edificio igualito al Partenón, nomás que en Topilejo. El que decide asiente, se agarra la barba y regularmente declara cosas como que el asunto es muy interesante o que se trata de un proyectazo, acto seguido, el tomador de decisiones tira el proyecto a la basura y los de corbatita se llevan la maqueta y la ponen en una bodega de la que será rescatada en el año 3015 por los futuros antropólogos que se preguntarán acerca de qué carajos es eso.
Otra forma de desgracias la encontramos en cualquier tipo de taller en el preciso momento que uno le pregunta al encargado si lo que se le ha encargado tiene una solución sencilla y rápida. En ese momento se reciben respuestas que pueden variar pero que inequívocamente hablan de la simplicidad y de la rapidez. Uno se va muy confiado y exactamente en tres semanas vienen los encabronamientos debido a que nuestro buen amigo descubrió novedades tales como que faltaba analizar el cigüeñal o que el presupuesto no da debido a que están muy caros los materiales. El proceso se convierte en un descenso al infierno, el maestro se acaba escondiendo y uno aceptando el sometimiento ante las fuerzas del destino. Al mes lo que se decide es ir a la Profeco y a los dos meses iniciar el rezo del rosario todos lo jueves. El asunto se soluciona el día menos pensado y siempre por azar.
La tercera forma que encuentro se halla dentro del controvertido mercado editorial. Una vez escribí un libro y se lo llevé a Rafael Pérez Gay, que en ese momento era el editor de Cal y Arena. Me recibió muy amable y prometió estudiar el material. Después de varios meses y cuando daba el asunto por perdido me dio la sorpresiva noticia de que el libro sería publicado. La sorpresa consistió en que lo que había dicho nada tenía que ver con su intención. A lo largo de los años recibí una serie de argumentos que tenían que ver con: a) el karma, b) lo flojo del mercado, c) una revisión que estaban haciendo dos a los que no tengo el gusto, d) un cambio de colección. Tanto jodí (sospecho que su secretaria y yo nos enamoramos por teléfono) y tanto me esquivó que un día me dijo que el libro estaba en galeras; serían romanas porque no lo volví a ver y a mi libro menos. Y todo por no decir no.
El último ejemplo funciona exactamente al revés ya que tiene que ver con la incapacidad congénita de decir sí y se relaciona con esa novena maravilla que son los meseros. Llega uno con nueve parientes a un restaurante y todos ordenan los tragos. El mesero asiente muy serio y no saca su libretita. Considerando que ni Von Braun se acordaría del pedido es que uno pregunta si no es necesario tomar la orden por escrito. Nos mira compasivamente y niega con la cabeza, al rato aparece con una charolota en la que trae unas medias de seda que nadie pidió, una michelada con la cerveza equivocada y un wisqui de una marca que no se conoce en la mesa. Normalmente este tipo de catástrofes se solventan con la también muy mexicana costumbre de hacerse güeyes y dejar la orden para evitar más demora.
La incapacidad de decir no ha producido embarazos, diputados con retardo mental y una muy variada suerte de malfarios sociales. Es por ello, querido lector que yo le recomiendo que a la hora de la verdad agarre al toro por los cuernos y evite numerazos como los descritos en esta columna. Será mejor para todos.

jueves, 3 de junio de 2010

Los head hunters (El Financiero 2003)

El término head hunter se desgració gracias a los buenos oficios del presidente Fox que utilizó este sistema para elegir a su gabinete con los resultados que todo mundo conoce. Imagine usted una sesión en la que los aspirantes (identificados previamente por estos profesionales) se presentan a explicar su altísimo rendimiento pasado y sus proyectos futuros. ¿Cuáles son las preguntas? ¿Se evalúa el uso de corbata? Si el aspirante dice que subirá el precio del sorgo, ¿cuenta? Una vez analizados todos los potenciales ministros, me imagino al director de la empresa llegando a ver al candidato electo con un legajo encuadernado de forma muy elegante. “Señor presidente” –diría- “estos son los hombres y mujeres que pueden transformar a México”. Por supuesto se esperaría que un proceso tan científico y cuidado nos hubiera arrojado pura lumbrera. Sin embargo, en pocos meses vimos escenas de grand guignol protagonizadas por “el gabinetazo”: pleitos, contradicciones y (a pesar de lo que advertía don Vicente) más de lo mismo.
Martha Alicia Alles, catedrática y autora de 16 libros nos ilustra sobre el asunto a través de un artículos en el que nos da consejos que son en sí mismos perlas de sabiduría:
Sea descubierto por un Head Hunter.
"Algunos secretos para ser descubierto.
Existen muchas fantasías y falsas creencias sobre los selectores de personal y en especial sobre los head hunters. Cómo trabajan y cómo eligen a los candidatos finalmente seleccionados para los distintos pedidos de sus clientes" (imaginarme como un “pedido”).
"El primer elemento que hay que tener en cuenta es que a los head hunters les gusta llamar ellos a los candidatos y no que las personas se postulen por lo tanto hay que hacer cosas para ser descubierto y de ese modo sin postularse lograr ser llamado por un head hunter" (en buen cristiano lo que recomienda Martha es que uno no cometa la indignidad de andar de ofrecido ante gente tan importante y en cambio “haga cosas”, que podrían consistir en vestirse de cebra y salir a dar las noticias de la tarde a la avenida Revolución).
"Parece difícil y realmente lo es" (¿?).
"Los consejos o ideas que proponemos presuponen o son válidos para un candidato con una gestión exitosa, ya que los mismos serán útiles si se corresponden con una persona valiosa. El denominado show off sólo sirve cuando lo realiza alguien que tiene algo que ofrecer" (si alguien comprendió el párrafo anterior le suplico me lo explique al apartado postal 90-2345 de la Ciudad de México).
"Por lo tanto ya estamos dando la primera pista" (¿ya? No me enteré de nada), "es necesario mostrarse profesionalmente, esto quiere decir participar en notas periodísticas, dar conferencias técnicas, participar en congresos de la especialidad, participar en la comunidad de negocios en actividades con valor agregado. Por lo tanto no estamos sugiriendo asistir a cócteles que puede ser de mucha utilidad en algunos ámbitos" (sobre todo en el ámbito de los dipsómanos), "sino de actividades realmente destacadas y que permitan el protagonismo del interesado" (tirarse en papalote? ¿asaltar un banco? ¿descubrir el elemento 115? No lo sé). "Los head hunters no eligen los candidatos entre los conocidos o entre los amigos sino entre los más capacitados para la función específica, por lo tanto la persona que quiere seducir a un head hunter lo debe hacer a través de prestigio y el nivel profesional y no a través de los contactos sociales" (familiares, abstenerse).
"Otro elemento importante a tener en cuenta es que los candidatos postulados a través de un hunting habitualmente suben su cotización ya que el elegido o llamado no es generalmente una persona que busca trabajo sino que por el contrario es tentado por una nueva oferta laboral, por lo tanto para tentarlo será necesario preparar una buena oferta económica y en ocasiones complementarla con un hiring bonus" (está científicamente demostrado que los yuppies modernos que no intercalan frases en inglés pierden la tercera parte de su vocabulario).
"Por último hay que estar muy atento a los llamados, los head hunters no llaman de igual modo que los otros consultores de recursos humanos, por lo tanto cuando se espera un llamado de un head hunter hay que atender los llamados raros, se corre el riesgo que nos intenten vender cualquier cosa, pero uno de esos llamados puede ser el esperado" (imaginar a un señor con los ojos inyectados por tres días sin dormir observando al teléfono fijamente).
Dios mío.

martes, 1 de junio de 2010

Diario de un extraterrestre 3/3 (El Financiero 2004)

Mientras estaba en tierras californianas se llevaban a cabo los juegos olímpicos de Atenas, mi seguimiento de la fiesta deportiva fue parcial y medio de hueva. En principio, nunca se me ocurriría, a menos que estuviera bebido, presenciar un partido de hockey sobre pasto femenil entre Argentina e Indonesia o un recio encuentro de handball del equipo español, cuyo portero era igualito a los abarroteros de las películas de los cuarenta. Es por ello que de poco me enteré, pero siguiendo el mexicano principio de interesarme por el desempeño de mis compatriotas busqué en los periódicos algún rastro mínimo de un logro y nada; pasaban las medallas cosechadas y de México ni un soplo. Me enteré nomás que Nelson Vargas pernoctaba en el Queen Mary, que no es mal pernocte, que todo mundo estaba mentando madres y que se exigían ya las cabezas de rigor siguiendo una tradición venerable en nuestra ya larga tragicomedia nacional que le da pozole a los ganadores y la picota pública a los fracasasdos.
El asunto anterior me parece intrascendente, es más me vale madre. Lo que sí llamó mi atención fue una nota aparecida en el periódico USA Today que daba cuenta de los índices de audiencia mundial de los juegos olímpicos. Mi sorpresa es que México ocupaba un destacadísimo segundo lugar solo detrás de China. Mientras 56% de los asiáticos observaron los olímpicos, en México uno de cada dos compatriotas tuvo la tele prendida para observar asuntos tan fascinantes como el nado sincronizado o las carreras de veleros en las que uno nunca sabe quién va ganando. Los niveles de audiencia de naciones como Estados Unidos alcanzaron solo el 25% lo que establece una paradoja: ¿será que nos gusta la tele? ¿ver perder a nuestros connacionales? No lo sé.
Mudemos de tema hacia los parques temáticos que son, como se sabe, espacios grandes a lo baboso donde la gente acude en turba para pasar un día de esparcimiento. A lo largo de mi vida he tomado la saludable decisión de alejarme de estos sitios como uno se debe alejar de una plaga. Pero ya expliqué la forma en la que esta firme convicción cedió ante las presiones de mis infantes, por lo que la siguiente escena a describir nos ubica entrando a una madre que se llama Sea World exactamente a las diez de la mañana. El reporte a las catorce horas era el siguiente: Los niños habían observado 27 focas, 313 flamingos, 7 orcas, 4 robalos, 17 huachinangos y 2 pulpos. Asimismo habían dado de comer a tres delfines que casi los dejan mancos y se habían deslizado aguas abajo, en la noble compañía de un servidor, en una lanchita de miriñaque que nos empapó las nalgas. Un servidor presentaba quemaduras de tercer grado en los brazos y en la cara y evocaba vagamente el aspecto que tuvo que tener Robinson Crusoe cuando cumplió su sexto aniversario en el archipiélago Juan Fernández..
Ya por ahí de las siete de la noche me sentía yo en el Titanic seguido por una maldición hidráulica, así que me negué de plano a subirme a la última atracción y me quedé a escuchar a un grupo de música que se encontraba ahí para el divertimento de los visitantes. Lo que llamó mi atendión no fue el uniforme del grupo (una mezcla de colores que solo le había visto a la señora María Sabina), sino que los gringos se pusieron a bailar bajo un principio ad libitum, mostrando científicamente que los astros les extirparon todo aquello relacionado con el sentido del ritmo. Cuando la vocalista se dirigía a mí con la evidente intención de que juntos hiciéramos el ridículo, pegué la carrera y me refugié en una tienda de peluches detrás de una ballena asesina de carita sonriente.
A esta peripecia le siguió la renta de un coche que aún no sé si pagué, el saludo a Pluto, Mickey y las princesitas (que estaban bastante buenas). La subida a varios juegos que producen masajes prostáticos y la ingesta de alimentos que harían vomitar a un buitre. Esas pues, fueron mis vacaciones y estoy seguro que algún día mis hijos tendrán que reconocer en su viejo padre a un hombre que los amó lo suficiente para llevarlos a Disneylandia.