viernes, 23 de octubre de 2009

Fotogalería - Presentación de la Novela



Entrevista de Dalia Perkulis (en crudo)

Por Dalia Perkulis
D: Me gustó mucho la novela, tiene mojo, te felicito.
FCG: Francamente muy amable, me da gusto que te guste.
D: Se me va a hacer larga la espera de la próxima novela.
FCG: En eso estamos, justamente, en este momento estoy trabajando en la siguiente novela, ya veo la luz al final del túnel, ya se perfila el final. Es una novela diferente, con otro tiempo, pero marcada por un denominador común de mí que renuncia a entender que existe una cosa que se llama destino. Yo creo en el azar, creo en la necesidad y esta nueva novela juega un poco la misma idea que la anterior.
D: Perfecto. Soñé con Rocío Durcal: Se me figura como una road movie que es el trayecto un pretexto para un viaje introspectivo y en ese sentido me gustaría saber por qué elegiste el género de suspenso para hacer este viaje iniciático.
FCG: Me parecía que justo en este viaje al que haces referencia necesitaba un buen pretexto técnico para hacer converger historias que son absolutamente inverosímiles de converger. Si tú recuerdas la novela tiene dos registros: un registro contemporáneo, el Distrito Federal del siglo XXI; un registro histórico que tiene que ver con la invasión alemana a Francia durante la Segunda Guerra Mundial, entonces son dos asuntos que tienen absolutamente nada que ver y a mí me parecía que en este trayecto yo tenía que encontrar un género que le diera sentido e hiciera más o menos verosímil este trayecto y ese es el género que me pareció adecuado. Es decir, algo que se pierde hace más de 60 años tiene que ver con un pobre hombre que amanece un día crudo en su casa y esta idea justamente de un género que permite que juntes eso es lo que me ayudó a buscarle por ahí.
D: Me parece muy buena combinación tu arrojo, tu desenfado para ser tú mismo, me suenas muy a ti aunque no te conozco en voz del protagonista-narrador, en un tono muy amigable, muy informal como de plática de cuates y a la vez esa aparente improvisación de la vida contemporánea se contrarresta con una narración muy minuciosa de los hechos históricos en que parece todo muy real, muy estudiado. A la vez que fuiste muy tú mismo también hiciste tu chamba como novelista y te pusiste a imaginar y a crear situaciones muy literarias, me gusta mucho ese balance.
FCG: Fíjate que parte del chiste de esta novela tenía que ver con que me saliera un poco de mí, respecto a lo que he escrito que ha sido cuento, narraciones, crónica, etc. tienen mucho más que ver con este primer tono que tú descubres, que es un tono muy personal y muy ligero. Siempre creo que hay un falso dilema entre ligereza y profundidad, a mí me parece que hay escritos bien hechos y escritos mal hechos, no hay más que eso. Nadie gana con ser profundo, nadie gana con ser ligero, se gana si tienes una historia que contar y la cuentas principalmente. Me di cuenta de inmediato que la novela no aguantaría ese ritmo a lo largo de todo su desarrollo y entendí que tenía que haber un contrapunto que es un juego de espejos, este juego de espejos que tiene que ver con un registro absolutamente más obscuro, absolutamente menos lúdico, absolutamente más preciso, ahí sí se requiere cierta precisión histórica y es algo que me gusta hacer, de hecho pues yo soy científico, yo estudié ciencia, me gusta mucho investigar, me gusta mucho entender las cosas y esta parte documental, esta parte del juego de espejos debe ser lo más minuciosa posible y sí capté que eso era muy contrastante con ese tono ligero, desenfadado, irreverente, un poco casual del protagonista que es Javier Clausell.
D: Sin embargo eres genial para crear las anécdotas y los perfiles chuscos de los personajes, definitivamente entrañables, eso está súper bien logrado y tienes mucho ingenio y desparpajo también para delinearlos. Me fascinaron los antecedentes del abuelo de Nahui que mató a su sirvienta pedaleando con su artefacto volador y el abuelo de rosita, chiclero, que lo mordió una serpiente; me pudo fascinar cómo se hicieron amigos Javier y Guillermo en el festival que Guillermo interpretó a un venado y se le salió un huevo, Javier lo consoló y ya se quedaron amigos. Bueno, eres muy ingenioso y me encanta dentro del rigor de los antecedentes históricos, que los antecedentes y contextos de los personajes sean tan humorísticos, eres muy talentoso para eso.
FCG: Eres muy amable, en realidad justo de lo que se trata es de modelar personajes y tratar de que técnicamente por lo menos se mantengan en el registro que tú has creado. Y eso es parte de la talacha de un escritor; un escritor tiene que ser de pronto una joven alternativa como es Nahui o un medio yupi como es Javier, o un viejo que busca algo que ha perdido como es Bernal, o una secretaria que está loca como es Rosita, o un buen amigo, un gran amigo como es Guillermo, que son digamos los cinco personajes que están ahí rondando, más la madre, más el argentino que sale por ahí.
El asunto es justamente que tú como autor cuando terminas y cuando los vas moldeando te preguntes “este me cae bien, este me cae mal, éste está siendo consistente, éste me está fallando” y en esta construcción te vales de muchos recuerdos y memorias, toda esta construcción de anécdotas tiene que ver con la vida de uno mismo. Es muy difícil que uno se invente de la nada cosas y yo creo que dentro de las herramientas de cualquier escritor pues la memoria es quizá una de las más eficaces. Entonces efectivamente aquí el chiste, la gracia es lo que uno espera lograr, aunque nunca sabe si lo ha logrado, es que los personajes te jalen, te sean entrañables, queribles, porque de alguna manera de eso depende la atención del lector, si no hay esto lo que va a hacer es lo que hacen muchos: cerrar el libro en la página 15 y a leer otra cosa, que ese es el otro riesgo del escritor, que no lo lean, así de fácil.
D: El personaje de Rosita es mi favorito. El factor kitsch de Rosita es grandioso, deben venderla para llevar a domicilio porque yo quiero una por favor.
FCG: En realidad justamente se trata de jugar y provocar, el título en sí de la novela es una provocación. Y Rosita es una provocación porque todos los que se mueven en un medio como el de la publicidad saben perfectamente que las oficinas son aerodinámicas, que las secretarias son mujeres que se caen de buenas, que son un poco altivas, que están seguras de su belleza, pero en este caso justo el dardo de provocación es ése, que la secretaria de este hombre pues es una señora que está loca, que se pone sombreros con uvas de plástico, que es irreverente, que en realidad no le entiende nada a su jefe, y eso de alguna manera es una pista sobre Clausell (el protagonista), es decir una pista que no lo hemos perdido todavía, no ha renunciado a estos rasgos de humanidad que a veces renuncian estos jóvenes carnívoros (sobresaliente, nota de la reportera) de las agencias de publicidad que los hay exitosos o no pero normalmente son ligeramente estúpidos, a veces.
D: ¿Será que todos estamos a punto de la emancipación y que sólo necesitamos un empujoncito, sea un golpe de suerte, o abstraernos de la rutina, o un shot de adrenalina o… enamorarnos?
FCG: Parte de este recorrido al que haces alusión hace un rato, es decir, cuál es el mensaje central de la novela. Yo creo que hay dos, por lo menos yo percibo dos, aunque estoy seguro de que cada uno va a hallar el que más le convenga o el que mejor le signifique. Un primer mensaje tiene que ver con esto que yo te decía: no creo en el destino; creo en el azar y en la necesidad. Las cosas con destino me dan mucha flojera. Es fodongo pensar que existe un destino, es muy fodongo pensar que todo está ya terminado y tú eres más bien un títere que se mueve en ese escenario. Hay un mensaje que subyace a ese tema a lo largo de la novela. Y el segundo tiene que ver con la necesidad de tomar riesgos, de no asentarnos, de no pensar que ya está todo resuelto, justamente la metáfora de un publicista acomodado que no tiene absolutamente nada más que hacer y de pronto se ve envuelto en una cosa en la que no se quiere ver envuelto y eventualmente lo va a atrapando y lo va atrapando porque justo hay aventura, justo hay pasión, justo hay cosas de las que ha prescindido para lograr este nivel de confort. Entonces los estímulos para que tú te avientes al agua pueden ser esos que has mencionado: te puedes enamorar, te puede cambiar la fortuna, puedes ganar la lotería, te puedes quedar en las ruinas, es decir, las vueltas de tuerca ocurren a cada minuto en nuestra vida y esas vueltas de tuerca a veces no les damos oportunidad, estamos muy asentados. La gente de este siglo y de esta década tiende poco a tomar riesgos, a mí me parece que lo que hay que hacer justamente es, por lo menos novelísticamente, estimular a que la gente tome riesgos pues, no hay nada de malo en ello y a veces reditúa. En el caso del protagonista de la novela le reditúa mucho porque consigue a una mujer extraordinaria que no conseguiría de otra manera. A lo mejor se podría conseguir una modelo, una edecán, alguien quizá más banal, pero lo que logra al final de su vida es una amistad entrañable, es afianzar sus quereres y sobre todo hacerse pareja de una mujer que en la novela pues a mí me resulta extraordinaria.
D: De manera que aunque a veces reditúan y a veces no ¿hay que dejarse llevar por los arrebatos?
FCG: A mí me parece que sí, me parece que los arrebatos son eso, son arrebatos, son cosas que no están premeditadas. Y si bien uno no puede ir por la vida dando tumbos también es cierto que no lo puede premeditar todo, nuevamente es un poco aburrido. De pronto salta una liebre por ahí pues hay que ir por ella, hay que dejarse llevar por los arrebatos, a veces hay que confiar en el instinto, el instinto nos dice “arrebátate”. Si ese instinto funciona la cosa será redituable y si no no pues, no hay garantías, no hay seguros de vida, nadie puede asegurar que eso salga bien pero lo que sí se puede asegurar es que no va a salir nada si uno no se deja llevar de pronto por el instinto.
D: ¿El que no arriesga no gana?
FCG: Exactamente esa es la frase que resume todo lo que acabo de decir.
D: Y mi hermano que es actuario dice “ni pierde…”
FCG: (Risas) Sí, queda tablas, pero queda neutral y la palabra neutral es una palabra a la que yo le tengo particularmente cierta aversión.
D: Cómo no, qué miedo. La novela ni es sobre Rocío Dúrcal, ni es una novela tradicional de misterio –el hallazgo del tesoro no es el fin último de la novela-, ni el azar que tratas en tu introducción lo es todo, sí es el detonador y sí es determinante pero no lo es todo como pinta en la introducción -tu introducción sobre el azar es soberbia- ¿de modo que es una forma tuya de decir que las cosas no son lo que parecen?
FCG: De alguna manera sí. Dejárselo todo al azar sería tan torpe como dejárselo todo al destino. Por eso el remate del azar tiene que ser la necesidad, es decir, hay cosas que aparecen minuto a minuto en tu vida y tú tienes que tomar decisiones, esa es la necesidad. En la medida en que tomes las decisiones correctas tu vida será lo que tú quieres que sea; en ese sentido me parece que lo que confluye en este caso es azar y necesidad. De alguna manera Javier es arquitecto de su destino, es lo mismo que Nahui, pueden dejar pasar esto o lo podrían haber hecho y no lo hacen, ahí están tomando una decisión de un asunto completamente azaroso que tiene que ver con vivir en la misma ciudad que su vecino, vivir en el mismo edificio que el vecino al mismo tiempo histórico, eso es azar. Lo que es decisión es qué hacer con ese estímulo, es decir, qué hacer con ese sobre que se deslizó debajo de la puerta y lo que hacen pues va determinando nuevos azares, nuevas puertas a abrir o a cerrar, esa es un poco la idea de este asunto. Y, efectivamente, el tema no es qué es lo que estás buscando, el tema es el trayecto hacia, no la meta, la meta da un poco lo mismo, lo que es importante es la vida que viven caminando en la nueva dirección.
Son como los motivos que están ahí. En la introducción, un poco la reflexión que hace Javier es “Por qué estoy al lado de este señor en esta ciudad”, “infinidad de azares confluyeron para que yo estuviera aquí al lado de este hombre” y es un tema que me obsesiona mucho, me parece fascinante digamos.
D: Está increíble, eso queda muy claro, que el azar es el detonador de la historia porque es vecino del señor y luego se cierra increíble, muy incidentalmente, con el crucero de la mamá que se encontró al cuate que se salvó del avionazo, bueno es una novela redonda.
FCG: Eres la única lectora, y en eso va una felicitación, que advirtió eso hasta el día de hoy. Eres la única única.
D: Muchas gracias. Me encantó porque se cierra y no sólo eso sino que hay un efecto en cine que es muy trillado pero que a mí me sigue fascinando, no me importa lo choteado, cuando se termina una película y se aleja la cámara, vas viendo a la persona, la casa, luego la manzana, la colonia, el país, el planeta
FCG: (Interrumpe) …Sí, va aumentando la escala, digamos…
D: Aumentando la escala y no me canso de verlo que te dan a entender que esa historia que tú acabas de ver es una de miles pero cada quien ahí va deambulando por la vida con su historia azarosa por detrás, entonces me encanta que ahí va la mamá al crucero que llegó ahí por circunstancias, que se topó con sus circunstancias la señora, con las circunstancias del señor que se salvó del avionazo y bueno que ahí se retoma de esa forma así tan incidental, me encanta.
FCG: Creo que fue tan sutil que nadie se enteró pero tú sí.
D: (Risa) Bueno es para que la gente le dé una segunda lectura.
FCG: OK.
D: Recuerdo en nuestra plática previa a esta entrevista que te mencioné a dos comunicadoras que odiabas y sugerí si acaso no sería una cuestión misógina, aunque coincidí en que ninguna de las dos es gran persona, y respingaste con un “¡para nada!”, respondiste “si te fijas cuando leas mi novela, aunque el protagonista es hombre toda la acción dramática y todo el heroísmo recae en la mujer”. Y, efectivamente, el motor y la más entrañable es Nahui, me encantó, lo que detecté es que las mujeres en tu novela son excéntricas, tienen perfiles pintorescos y los hombres tienen la mayor carga melodramática. ¿Es esta tu experiencia?
FCG: En realidad he tratado de no guiarme por un prejuicio antes que nada, me molestan algunas cosas que las feministas reivindican, me molesta el tema de cuotas, por ejemplo. No entiendo por qué de 100 diputados tres tienen que ser indígenas, dos tienen que ser homosexuales, tantas tienen que ser mujeres. Y las 100 podrían ser mujeres porque podrían ser las mejores. Entonces yo nunca le he dado un valor o un anti valor a alguien por ser mujer, por ser homosexual, por ser negro, no, le doy un valor por lo que yo conozco de él. Me parece que es más sensato ver caso por caso que hacer gremios. Yo no creo que todos los (inaudible) sean estúpidos, por ejemplo, conozco a unos y otros no; no creo que todos los argentinos sean guapos, conozco a unos y a otros no; conozco mujeres entrañables y fascinantes y otras que no, que simplemente me caen muy mal, porque me parecen verborréicas o banales, lo mismo que muchos hombres, así hay comunicadores hombres, como a PFDC lo podría mandar matar; ERH o B los podría mandar matar. Me parecen tipos de una muy limitada ¿carga? (inaudible) intelectual.
Más que una experiencia genérica lo que tengo son los casos por trato y en este caso me parecía que era eficaz no renunciar a un tono de humor y me parece que las mujeres en esta novela, no necesariamente como una regla, funcionaban mejor con esta carga que aligeraba un poco el peso de la novela. Rosita al final es muy chistosa, la madre es una señora que está loca, Nahui es un dinamo, es una mujer llena de energía, a mí me encantaría conocer a una mujer así, yo me podría enamorar de una mujer así, de hecho lo hice en algún momento. Entonces no, no hay un prejuicio social, no hay ningún tema de misoginia, te digo yo creo que hay mujeres muy listas y mujeres muy estúpidas entonces uno tiene que calificar caso por caso, por eso siempre me he dado cuenta de este tema de las cuotas, jamás le he dado valor a alguien por el sólo hecho de ser indígena, no creo que eso lo califique para nada, lo califica su actuar diario, lo mismo que a un gay, lo mismo que a un negro o a un enano o a quien sea, los califica lo que hacen y lo que dicen, cómo obran, no su condición de origen.
D: Recuerdo a una sudafricana que conocí justo cuando se vino abajo el apartheid y se quejaba de las cuotas que había ahora para emplear en las empresas a personas negras y que parecía como el apartheid invertido. Pues no, las cuotas no.
FCG: Las cuotas no por eso, porque parecería como un acto de ¿protección? ¿contención? (inaudible) social un poco hipócrita, creo yo. Tiene que estar el que esté mejor calificado. Yo en ningún momento negaría que las mujeres no han recibido un rol participativo a lo largo de la historia, eso me queda claro, (fragmento confuso, transcrito lo más fiel posible) sin embargo no podemos caer en excesos redundantes. Y no hay misoginia en lo más mínimo, hay un punto de vista en el que si los 100 mejores son mujeres yo propongo que sean mujeres. Este rollo retórico, comercial político me trae harto de “todas y todos”, “niñas y niños”. Puede adaptarse un escrito que mejor digamos “niñas”, los hombres asumamos que eso nos agrupa a todos y no hay problema. No tiene que ser algo tan barroco, tiene que ser mucho más natural.
D: Es un legado de Fox, de lo único que dejó y sí es terrible. También veo que tienes talento para retratar nuestra cotidianidad defeña. A uno como lector, estarás de acuerdo conmigo, le gusta ver en el papel las cosas que uno ha pensado pero no ha articulado. Ese es para mí y creo que para muchos lectores el mayor mérito de que nos atraiga un libro y tú retratas Chapultepec, El Centro, La Condesa, Polanco, El Bazar del sábado y hasta Tepoztlán, que me encanta tu reflexión sobre los izquierdistas de Tepoztlán que critican desde la comodidad de su hogar. ¿Eres un bicho del D. F.?
FCG: Soy un bicho del D. F., soy un chilango, pero antes que nada soy un observador, soy como el burro que tocó la flauta, jamás tomé ningún taller ni me dediqué a estudiar letras ni nada, entonces me di cuenta que de forma natural lo que era yo era un cronista, comentaba lo que veía, comentaba cosas como lo que hacía la gente en las colas, por ejemplo, hace no mucho hice un artículo que se llama Anatomía de las colas, o en los bancos, o en los supermercados. Entonces, digamos los reseñistas que han seguido mi trabajo señalan eso como quizá un adorno, el hecho de ver cosas que todos vemos y escribirlas tal como las veo. Efectivamente, me llaman mucho la atención estos jóvenes de izquierda que tienen una casota y desde ahí están reclamando acerca de la lucha de clases. Es algo que llama mi atención y normalmente lo que hago es observar lo que pasa alrededor y tratar de escribirlo en el papel, a veces sale con eficacia, a veces no tanto pero esa es la labor de un cronista, es decir, retratar de alguna manera lo que estás viviendo. Efectivamente, pues yo tengo que retratar el D. F. porque soy un chilango que llevo aquí ya casi 50 años viviendo…
D: Es lo que conoces.
FCG: …Y conozco el D. F., efectivamente, tendría yo que estar muy mal para no conocer mi ciudad después de vivir toda mi vida aquí.
D: Lo haces muy bien, eres muy buen cronista. Mencionas algo como “la biodiversidad de los viajeros”, “la fauna del aeropuerto” o algo así. Yo sé que eres biólogo, ¿es cierto que todas las respuestas sobre el comportamiento humano están en la naturaleza?, escuché eso apenas.
FCG: No, es totalmente falso, por supuesto que no. El mejor ejemplo, el ejemplo fácil y evidente que tenemos es un hospital, en la naturaleza no hay hospital. Si nace un individuo que es ciego, en la naturaleza, su probabilidad de éxito de vida es de dos o tres días máximo, nadie lo va a cuidar, nadie lo va a curar, eso se llama selección natural y lo escribió Darwin. El hospital pues es un monumento anti selectivo porque tenemos compasión y cuidamos a nuestros enfermos. Eso no ocurre en la naturaleza, en consecuencia pensar en términos de determinismo biológico pues es simplemente pensar muy chiquito, porque nuevamente es como hablar del destino: si estamos determinados naturalmente a todo lo que hacemos pues qué flojera ¿no? Tenemos una cosa que se llama albedrío y ese albedrío no lo tienen los bichos. Entonces efectivamente estamos moldeados por genes, estamos moldeados por cuestiones selectivas pero nos hemos sustraído de muy diversas maneras, te puse el ejemplo del hospital pero también te puedo poner el ejemplo de la cultura, que son temas que no tienen nada que ver con nuestro origen natural.
D: Por esa respuesta te mando un beso.
FCG: (Risas)
D: Eres crudo en tu tono sarcástico, pero eres amoroso, eso le da un valor adicional a la novela. ¿Estás de acuerdo?
FCG: (Duda) ¿Estoy de acuerdo? Sí, sí estoy de acuerdo porque a pesar de que lo mío es más el tono crudo, digamos como ser humano, el sarcasmo está mucho más cerca de mí que el amor, (¡esta es la nota!, opina la reportera) también entiendo que la novela no es para que uno se ande retratando, la novela tiene eso, tiene que contar una historia y esta historia tiene que ver en alguna u otra manera con el amor, entonces ahí no cabe esta rudeza ni cabe esta ironía, cabe el tratar de hallar que los dos personajes se encuentren y se encuentren de una manera que suene, que sea plausible, o sea que no sea de esos casos así como “la vi y me enamoré”, pues no, que sea un proceso, porque el enamoramiento siempre es un proceso y en este caso me quedaba claro que por ahí teníamos que caminar y eso, insisto, es la labor de un escritor. El escritor tiene que plantear cosas, que le parezcan y otras que no le parezcan, plantear atrocidades sin que uno sea necesariamente atroz, plantear amor sin que uno necesariamente sea muy enamoradizo. En la novela, ahí sí percibo que hay este tono irónico, crudo tipo Dr. House por un lado; y por el otro pues hay una historia de amor, hay una historia en que dos amantes se encuentran de una manera muy venturosa.
D: Proveniente de una persona sarcástica y misántropa, un acto de amor tiene mucho más valor, es más genuino y es más auténtico. Ligarse a un tipo así da mucha ternura. Eso hace también al personaje principal más tierno, más entrañable, porque viniendo de un tipo desencantado, “arquitecto de su destino” como dices, con esa ironía, con ese sarcasmo y que de todos modos se encariñe es muy tierno.
FCG: De alguna manera sí, yo lo que supongo es que pues no hay armadura infranqueable, por supuesto que no y que a la gente –a ti, a mí y a muchos- nos gusta detectar de pronto vulnerabilidad, de pronto hendiduras en esa armadura y eso también sé que llama la atención. Sé que, efectivamente si alguien se mantiene en un tono misántropo puede ser rico ver que sale un poco de ese tono. De hecho una cantidad infinita de historias literarias-cinematográficas se han construido bajo esa premisa, del hombre que de pronto ablanda un poco, que afloja un poco, desde Dickens hasta el que tú quieras… Sí, yo sí creo que hay todo este tema al final asociado a que este cuate pues está enamorado ¿no?, no está en el cinismo este ya, sino al final el cuate se enamora y se quiere casar ¿no?, cosa que cae muy gorda en estos tiempos para los jóvenes treintañeros y cuarentañeros que le huyen a eso como a una plaga.
D: No perdió usted Dr. oportunidad de plasmar su inclinación científica y hablar sobre los relictos.
FCG: Los relictos, cómo no, una especie muy extraña. Efectivamente, fíjate que hay tres grandes obsesiones personales presentes: una tiene que ver con que de chico fui un ávido lector de novelas de misterio, yo leía a Poe, leía a Conan Doyle y a un montón de estos autores, eso tiene que ver con este tono de thriller que tiene la novela; la historia es otra de mis obsesiones que ahí está expresada y la ciencia es otra obsesión. Entonces de pronto ahí jugué con fórmulas únicas imposibles, o jugué, por el puro gusto de hacerlo, porque no le aporta ni le quita nada a la historia el que el consultor argentino tenga una empresa que se llame Relicto, como son los fósiles vivientes (cacho inaudible…) o por ejemplo una planta muy rara que se llama ginkgo biloba, o este bicho que aparece en la novela que se llama “________” (no la tengo a la mano).
D: Es un capricho, sí. Tampoco perdió usted Dr. oportunidad de aclarar que el milenio empezó con el año 2001.
FCG: (Carcajada) Esa es una discusión que mantuve probablemente décadas con diferentes amigos acerca de que, ellos decían, el milenio cambiaba al inicio del año 2000 y yo me obstinaba en decirles que esto no era así por supuesto porque no existe año cero. Entonces sí son apuntes personales que uno pone en boca de los protagonistas, a veces de manera ociosa, a veces de manera absolutamente innecesaria, pero son apuntes ¿no? Me queda claro que Guillermo pues es un hombre de ciencia.
D: Guillermo es un tipazo, también quiero uno para llevar. ¿Y era necesario escribir una novela para integrar estas aficiones, estas inquietudes personales?
FCG: Es al revés yo creo, era necesario escribir una novela porque me sentía listo para escribir una novela y la novela de alguna manera es el registro de mis obsesiones, entonces mis obsesiones no me llevaron a hacer la novela, es exactamente al revés. Es una novela y de inmediato me doy cuenta que van a aparecer mis obsesiones personales por aquí y por allá. Eso creo que es bastante común, de hecho en la novela que estoy ahora ya cerca de terminar hay un adolescente superdotado, pongo en su boca pues un montón de obsesiones personales que me han sucedido por aquí y por allá, pero no me lo planteé así, es decir, no usé a este personaje para eso, sino delineé al personaje y luego empiezan a salir ese tipo de cosas.
D: Suena a una terapia muy sana.
FCG: (Risas) No importa si la novela se lee o no se lee, es muy terapéutico hacer novelas.
D: Pero además son muy amigables, al menos tu primera. ¿También la que viene?
FCG: En la siguiente novela el protagonista se va a burlar de la gente que domina demasiada información. Yo me burlo de eso. Este joven adolescente va a tratar de describirse a sí mismo como lo más lejano a un freak, porque este joven es uno de los ¿12? (o algo así, no entiendo) IQs más altos del planeta, entonces él tiene un diario y en ese diario se auto describe, trata de escribir lo que es él y lo que no es, y lo que no es, justamente lo que dice, es “no soy un freak que se tiene que saber qué día murió Napoleón, porque esa información me da igual, no es el tipo de conocimiento que me interesa”, eso dice este joven adolescente justamente.
D: No lo hace emocionalmente más inteligente ni le aporta nada.
FCG: No, por supuesto que no. Él y su padre viven solos, tratan los dos de llevar una vida lo más normal posible y esto no es real …trata de ser lo más normal posible, no antisocial y en ese sentido es bastante sensato... (fragmento indescifrable). Equipara su condición de superdotado a la de nacer con un lunar: “yo no tengo ningún mérito de ser privilegiado, voy a tratar de vivir lo más normalmente posible” y así lo hace. Vive con su padre, los abandonó la madre y tiene una relación entre padre e hijo bastante ¿? El padre es un escritor treintañero que no le va muy bien… (Ibid)
D: Está curioso para variar porque en Soñé… estaba presente la madre y no el padre y ahora va a ser al revés.
FCG: Exactamente, de hecho la próxima es una novela en la que aparecen muy poco las mujeres. Al final aparece una protagonista femenina pero en general, aquí sí, es una novela de personajes eminentemente masculinos, no hay estos registros de la primera novela y tiene que ver también con las obsesiones de un hombre, un hombre que se obsesiona por algo y se asocia con esta pareja de padre e hijo para encontrar ese algo.
D: Esa relación me va a dar mucha curiosidad.

De toros y toreros (El Financiero2007)

Donde usted, querido lector, lee: “Zotoluco se llevó el gato al agua al meter en la canasta a un manso de solemnidad que terminó por meter la cara por ambos pitones entregado al poderío muleteril del espada chintololo, Cumplido llevó por nombre el burel al que Eulalio le cortó las orejas tras una faena recia, maciza, en la que a base de someter y cercar a su enemigo logró arrancarle muletazos de largo trazo e innegable temple. La estocada, aunque desprendida, fue suficiente para que doblara el quinto de la tarde por lo que la petición mayoritaria no se hizo esperar”, yo leo: XWRTGFR TRXWZX GRTUYIPIUYU. La crónica de Jorge Murrieta, podría estar escrita en alguna lengua muerta y su humilde servidor entendería lo mismo. En primero lugar lo de meter la cara por ambos pitones parece un albur que envidiarían Chaf y Queli, no sé qué carajo es chintololo pero suena como a idiota. Me parece temible que un señor le arranque las orejas a su enemigo (siempre que no se llame Atila el huno) y también ignoro que es una estocada desprendida aunque queda claro que por muy desprendida que sea, deja en calidad de fiambre al pobre animal.
Lo primero que llama mi atención acerca de los toros es justamente la pinche jerga que emplean los taurinos y que me parece de una mamonería ejemplar; que si patialzado, que burel, que chicuelinas… ¿por qué carajo un grupo de gente habla en clave? ¿para que el resto no entendamos? ¿Cómo una especie de código de los bufalos mojados? Misterio triple.
El segundo elemento de sorpresa tiene que ver con el aspecto de los que asisten a las plazas de toros y que parece ha emprendido una cruzada para vestirse como solo se viste aquella gente con total desprecio al que dirán. Algunos llevan sombreros como los que usaba David Reynoso, nomás que con un mecatito que cuelga por atrás. Otros llevan un atuendo como el del vocalista de los churumbeles de España con otro tipo de sombrero que tiene la particularidad de parecer un pastel al cual le cuelgan unas borlas y que es idéntico a los que los gringos creen que usábamos en tiempos del Zorro.
Un cuarto misterio tiene que ver con el momento en que la gente se emociona y le da por aventar su sombrero a lo que los entendidos llaman “ruedo”, aunque bien visto el asunto y a juzgar por la facha con la que uno luce al portarlo, yo también lo aventaría.
Descripción aparte merece el traje del torero que usa unas mallas temibles que deben provocarle orquitis, se pone medias rosas y unas zapatillas que solo le he visto a la Pavlova. También utiliza una corbata como la de los hombres de negro y un chaleco que a todas luces es tres tallas menor a la correspondiente. El sombrero (o “montera” para que no haya protestas) puede ser adquirido en un centro comercial, concretamente en la panadería ya que parece un pambazo de a peso nomás que negro. Hay otros señores que se ve que tocan en una estudiantina nomás que con sombrero de plumita (si uno fuera marciano sería plausible la hipótesis de que el primer requisito de la fiesta brava es portar sombreros de idiota).
La fiesta ¿por qué fiesta? Inicia y entonces sale el señor de las mallitas da unos pases para que luego venga un gordo a caballo que le clava una pica más larga que mis malos pensamientos al toro. Luego viene otro señor que se aproxima dando brinquitos y le clava unas banderillas a la bestia. Cuando uno está pensando seriamente en llamar al doctor Soberanes y denunciar el abuso, viene el torero y le clava un espadazo al animal y lo deja listo para un filete de aguayón. Si lo hizo competentemente recibirá un par de orejas (honestamente yo preferiría una medalla a un par de apéndices sanguinolentos y llenos de pelos). Luego da la vuelta al ruedo y si da el peso adecuado lo cargan unos señores en sus hombros y lo sacan de la plaza.
Por todo lo anterior es que los toros se han privado de mi presencia y si algún lector taurino se quiere tomar la molestia de explicarme, le suplico se abstenga; soy un hombre de ideas fijas.