viernes, 31 de julio de 2009

Leprosos (Milenio 2008)

De los primeros leprosos que tuve noticia son los que aparecen en Ben Hur; los recuerdo confinados en un valle de miedo mientras perdían la nariz de un estornudo. En este tragedión la madre y la hermana de Ben Hur han contraído la enfermedad y él va a buscarlas en una escena que aun recuerdo entre pesadillas. Cuando pregunté la razón de este aislamiento se me explicó didácticamente que “la lepra era una cosa de mucho contagio” y di por bueno el razonamiento, aunque años después me surgió la duda de si no habría formas más humanitarias de tratar a esta pobre gente.
El problema es que en estos tiempos modernos he adquirido una condición similar a la de un leproso y procederé a explicarme. Estaba yo el otro día escribiendo algo que no me importa ni a mí en un agradable salón que utilizo hace algunos años, cuando de la nada apareció una señora de 115 años que me puso un sustazo a traición. Venía acompañada de una empleada y me preguntó por la espalda: “¿ya no está fumando?”. Un servidor que en ese momento tenía las dos manos en el teclado elevé los ojos al cielo, me repuse de la taquicardia y sintiéndome muy listo respondí: “es evidente que no”. Acto seguido la vieja decrépita y la empleada procedieron a explicarme que de acuerdo a la nueva ley estaba prohibido fumar en ese espacio y que por favor lo dejara de hacer ya que “dañaba su salud y era una inconciencia”. La tentación era mucha para mandarlas a la chingada pero soy un hombre prudente, así que decidí retirarme de un lugar que me es grato y al que no pienso volver.
Veamos, se argumenta que la gente que fuma es una especie de asesina silenciosa nomás que con colillas en la mano. Los mojigatos del mundo han emprendido una cruzada bajo el ostensible argumento de que los no fumadores no tienen por que inhalar tanta porquería y que sus derechos deben ser respetados. No soy tan idiota para negar cierta razón al argumento, sin embargo las medidas cautelares empleadas reducen todo a una proscripción leprosa que ayuda poco a la ya de por si vapuleada convivencia en esta ciudad. Utilizando un argumento similar yo podría decir que los camiones de ruta (del gobierno) me emiten CO2 en la cara y además de dejarme tiznado me llevan a una muerte temprana. Argumentaría también que la clase dorada, que se va en avión a mamadencias como Vail está emitiendo, vía el aeroplano en el que viaja, una cantidad de sustancias que me son nocivas pero –lo expliqué ya- no soy tan idiota para pedir que se prohíban los vuelos comerciales. Podría también decir que le hecho de que las licencias de conducir se den de “buena fe” produce mucho idiota al volante con la capacidad de dañar la salud del prójimo debido a un atropellamiento masivo o que la venta de alcohol genera que a la gente se le desarmen las entendederas y se quiera madrear con el prójimo (lo que también daña la salud).
La gente que no fuma se encuentra empoderada; uno lo advierte cada que saca un cigarro y los no fumadores nos observan como se observa a una plaga de langostas o menean las manos espasmódicamente para evitar que el humo entre en su nariz. Son inconfundibles mirándonos con una mezcla que media entre el desprecio y la conmiseración. Aparentemente nadie advierte que estamos dividiendo a la sociedad (una vez más) en opresores y oprimidos. No tengo la menor duda que la corrección política (esa lacra postmoderna) en un rato permitirá que la gente presente demandas porque su vecino usa celular y las ondas electromagnéticas son las responsables de un tumor cerebral, créanme no tardamos en llegar a tal imbecilidad
Los que fumamos entendemos que hacerlo es un placer al que es difícil renunciar y asumo que nos atenemos a las consecuencias. Mi atenta súplica es que nos den un poco de aire (o nicotina, quizá) no sea que iniciemos una revolución bajo el lema de que los pulmones son de quien los trabaja y de nadie más.